LFM Opinión
Hace muchos años empezamos como Avenir, cambiamos a luisfaríasmackey.mx y hoy es tiempo de LFM Opinión.
No sólo nosotros cambiamos, México también. El impulso democratizador de los ochentas, lo hemos señalado hasta el cansancio, derivó en una partidocracia sin Estado y sin ley, depredadora, corrupta, mediocre y adicta al escándalo más que a la política.
Los medios tradicionales fueron amos y señores; no sólo se apropiaban de todos los recursos públicos y legítimos de los partidos, sino que hincaban a partidos y candidatos, y los esquilmaban con cuentas por cobrar por fuera y con recursos sucios. La extorsión no acababa allí, una vez en gobierno, los medios eran usados como arietes para presionar a los gobiernos en contratos, licitaciones, venta d terrenos, posiciones de poder, administración de la justicia o vil y simple impunidad. Muchos de los recursos que hoy se reclaman a exgobernadores corruptos siguieron una vía que lleva a muchos medios, locales y nacionales.
Las redes hicieron su aparición y están cambiando nuestra vida drásticamente. El cúmulo de información que circula el ciberespacio es inconmensurable y por más conectados que estemos, cada vez estamos menos informados. Priva el ruido sobre la verdadera comunicación.
Las noticias falsas son el pan nuestro de toda conversación y la manipulación emotiva rige al mundo, al grado de sentar en la Casa Blanca a un desquiciado.
Nuestra clase política desapareció, privan los cortesanos, los publicistas, los tecnócratas de nóminas millonarias, los improvisados y los apátridas.
Finalmente, nuestra pseudointelectualidad, primero se mediatizó, se hicieron estrella de la pantalla chica; luego se cerraron en iglesias sin derecho de admisión, finalmente se anquilosaron en una especie de CTM de la inteligencia.
Nosotros, por nuestra parte, nos hemos hecho viejos, incrédulos y desconfiados.
Ya no hay prócer que nos engañe a la primera, ni denuncia que no esconda una agenda inconfesable, ni arcángel ciudadano que no sea precedido por un fuerte olor a azufre.
Y sí, dirán que no vemos nada positivo. Es cierto. No en el corto plazo. La crisis es terminal y de ella tendrá que surgir algo diferente. El cáncer de nuestra clase política no tiene solución.
Pero aquí nos tocó vivir y, al menos, queremos aportar nuestras apreciaciones del acontecer a la mesa del análisis.
Difícil tarea en un mundo que no escucha tras el ruido de las redes, y que no tiene tiempo más que para memes, ni conversación más que de trending topics.
Quizás aramos en el mar y predicamos en el desierto.
Pero hay en esto un mucho de necesidad de ver, de decir y de hacer ver. Quizás nadie escuche, pero así como el agua que no se deja correr se pudre, la razón que no se comparte enloquece.
A partir de hoy nos veremos en LFM Opinión.
Te esperamos y esperamos tus criticas y comentarios.