PARRESHÍA

Noroña, la demencia con fuero

Noroña, la demencia con fuero

Foto Copyright: lfmopinion.com

Pobre Andrés Manuel.

Nuevamente se equivoca Noroña y su enfermizo protagonismo.

El fuero es para proteger el ejercicio de la función pública y la suya es de diputado federal y consiste en tareas legislativas.

Ajenas a ella es su agenda de porro en redes.

El fuero y ser diputado no le autorizan a entrar a donde no ha sido invitado.

El Poder Ejecutivo invitó al Poder Legislativo a un evento oficial y éste designó a representantes de ambas cámaras para asistir. Entre ellos no aparece Noroña.

Pretender entrar a Palacio Nacional sin ser invitado y con el propósito de cuestionar un evento, solo por ser diputado y tener fuero raya en lo enfermizo.

Si mañana pretende entrar a un estadio de futbol alegando su cargo, o a la bóveda de un banco por gozar de fuero, o a un domicilio particular por haber ganado la elección, gracias a López Obrador, no a sus personales dotes, se lo van a volver a impedir sin que por ello se violente su fuero y mancillen su de suyo cuestionados prestigio y dignidad.

Porque ser diputado no es andar con micrófono, bocinas cámaras y porra haciendo happenings y vendiéndolos como acción política.

Pobre Andrés Manuel con el protagonismo de este tipo de tipejos.

Lo peor es que es diputado y no sabe para qué ni cómo.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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