Que se decida Noroña

Noroña necesita decidirse a ser Diputado, cargo para el que fue electo, o a jugar de influencer
Lo segundo le exige subir intermitentemente performances para consumo de sus seguidores, los cuales le exigen cada vez más temeridad, agresividad y locura.

Por supuesto que es muy su derecho jugar el papel de adalid cibernético.

El problema es que confunde su papel de influencer con el de diputado y violenta y abusa del segundo para saciar la demanda consumista que debe satisfacer el primero.

Así, camina por las calles con micrófono en mano y cámara abierta buscando algún escándalo a la mano o provocado para subir a las redes.

Lo mismo hace en la Cámara, está al asecho de cualquier desliz para tomar la tribuna, pelearse con la mesa directiva, gritar cobardes a sus compañeros o buscar chicles pegados en las curules.

Y aquí sí hay problema, porque no fue electo para ello, sino para legislar y sus bravatas desquician y entorpecen los trabajos legislativos y el clima parlamentario.

Que quiera ser un clown de las redes es muy su gusto, pero no puede ser un clown del Congreso, porque allí se mete con la representación ciudadana y con ello no se juega.



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