EL IFE A LA DISTANCIA

Vacaciones

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De madrugada, bañado en sudor taquicardio y con la respiración entrecortada, desperté en angustia. En mi pesadilla me veía convertido en todo un Luis Javier Garrido: monotemático, amargado y aburrido.

—¡Claro!, me dije en son de consuelo, yo por o menos tengo dos fijaciones: Fox y la crisis del PRI. ¡Qué más da!, hube de concluir, lo bitemático no quita lo amargo ni mengua lo aburrido (en mi caso ni volviendo a nacer).

Incapaz de reconciliar el sueño velé mi desvelo y concluí que tenía que darles vacaciones a mis temas favoritos. Dejo pues a la colmena de contradicciones libar sus propios frutos y a la menopausia priista debatirse entre el suicidio, el pleito callejero y su nueva pasión: caer en cuanta provocación le tiran para acreditar su impotencia para leer y transitar los nuevos tiempos.

Debo aclarar que no me corto la coleta ni me retiro de los ruedos, no, tan solo habré de priorizar otros temas y dejar descansar (¿madurar?) a mis vacaciones, sin que ello impida que si aparecen en algún cruce de caminos puedan ser abordados, aunque ya no como leiv motiv, sino como accidentes marginales y más bien sazonadores. En fin, hay más tiempo que vida y mejores momentos permitirán el retorno natural y oportuno de mis vacacionistas a este su espacio que los habrá de esperar con los brazos abiertos.

En esta decisión no hay ingenuidad, que en estos momentos —como dice mi amigo Osiris— es un crimen, como tampoco hay claudicación. Hay, sí, necesidad de espacios de reflexión y lapsos de tiempo, se requiere que los hechos vayan cayendo por su propio peso para que vean los que no quieren ver y para que el debate se despartidice y logre ser verdaderamente profundo y productivo.

Además, aquí entre nos, debo confesar, no sin cierto cargo de conciencia y rubor de chiquillo tamaleado, que ya resultaba profundamente aburrido y hasta enfadoso analizar periódicamente haberes que parecen correr en banda sin fin, o, mejor dicho, sin fines: fin de tiempo y fin de destino.

Algo más cavilé de mi pesadilla y en mi develo: la realidad de México es, para nuestra fortuna, mucho más grande, luminosa y esperanzadora que la viscosidad y penumbra que caracterizan el devenir de mis temas fijaciones. Resulta conveniente y saludable darles distancia y perspectiva, no porque sean un mal viral (aunque los últimos brotes reportados en el TEPJF han puesto a dudar a los más avezados estudios del mal), sino porque de tanto verlos se corre el riesgo de desarrollar una ceguera del taller o ¡peor aun!, y utilizando en palabras del buen Nietzsche, quien combate monstruos termina por convertirse en uno (vean si no a los otrora heroicos combatientes antiPRI y hoy funcionarios públicos y empezarán a notarles rasgos y conductas propias a las de los peores exponentes del priismo subdesarrollado y ¡conteste que tenemos para dar y prestar en recuas de a docena!).

A vacacionar pues. ¡Un aguafiestas menos! Aprovechen su tiempo y que sea para bien, que todo se acaba (los festejos con mayor razón). Yo, por mi parte, habré de otear otros horizontes que, también debo confesarlo, y esto sin rumbo alguno, cualquiera se antoja más promisorio y productivo que los que hoy dejamos descansar.

Chiapas, por lo pronto, se complica; ya Samuel, seguramente celoso de la reaparición estelar del Sub., anuncia el reestreno de su obra y pelea autorías y regalías, (ilusos si creen que pueden así nomás destronar al cacique mayor de la región, ¡al mismísimo Tatic, padre de indígenas y guerrillas!, ¡faltaba más!).

La ciudad de México, con populismo redoblado (de derecha, que todas las geometrías tienen lo suyo ¿o no?) no canta mal las rancheras entre bandos solemnes, cuentitas del "(des)gobierno diferente desde diciembre de 1997" y preparativos para recibir al encalcetinado mayor y con él, seguramente, al pacificador de las galaxias.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y sus resoluciones bien ameritan una atención ponderada y con criterio jurídico, más que con filiación y estómago partidista. Un buen análisis de lo que allí pasa quizás pueda llevarnos a encontrar por quién hoy sacan los magistrados las castañas del fuego, por no decir, para quién avivan las llamas del caldero político (algunos se empiezan a parecer a Cantú y Cárdenas).

Nuestro Congreso también requiere ser visitado e interpretado. Qué pasa tras bambalinas y gritos, cómo están los grupos parlamentarios, los liderazgos, los intereses, las votaciones.

Este año, por cierto, tendremos elecciones suficientes para medir si realmente hemos construido un régimen democrático o una partidocracia de chantajes. Tiempo habrá oportunidad de pulsar el compromiso democrático y federalista del nuevo gobierno, así como conocer la consistencia de lo que queda del PAN (me pregunto ¿qué y quiénes son ahora el PAN?), la sanidad mental del PRD (algo debe de haber en algún rincón perdido de la patria, creo yo) y, por supuesto, observar el galimatías en que ha devenido el PRI.

Perdónenme si no menciono por ahora a los Camachos y demás paleros pseudodemocráticos con financiamiento público, aunque también habremos de ver y hablar de ellos o, mejor dicho, de la figura de coalición salvavidas.

Qué de los amigos de Fox, hoy con acceso a los padrones del Progresa y del Procampo, ¿intentaron formar un nuevo partido?

Qué del IFE, ¡héroe del "nuevo México"!, ¿intentará Molinar perpetuar su lucha por el control de la institución desde Gobernación? ¿Quién pilotea ahora a “los loquitos", o es que andan sueltos (Dios nos guarde)? ¿Quedará algo del Servicio Profesional Electoral para la saña destructiva de Merino? ¿Cómo resolverá la Comisión de Fiscalización (gracias al TEPJF un Supremo Poder Conservador dentro de otro) las impugnaciones que tiene contra el financiamiento extranjero de Fox? ¿Sabremos ahora sí cuánto cuesta el sistema de selección y evaluación impuesto por los consejeros para el Servicio Profesional Electoral?, o seguirán guardando el secreto de lo que parece ser el más caro sistema de reclutamiento y selección que existe en el mundo (NASA included).

Ahora que los ciudadanizados apartidistas han tomado el poder, ¿será oportuno desciudadanizar (sinónimo de deshipocratizar) los órganos electorales, o seguiremos creando parásitos de la democracia?

En fin, decía el buen Fausto (el de Goethe, no el Falzati. Por cierto, where's he?) que “el tiempo es corto y el arte largo". Agregaríamos nosotros (si me permite el lector incluirlo en el aserto) y las agendas políticas y sociales del país lo son aún más.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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