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¡Alea jacta est!

¡Alea jacta est!

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Los barrimos de cabo a rabo.

La victoria es siempre mejor que la derrota. Y más aún cuando se gana con el 53% del total de votos emitidos. No sólo con el 0.56% y en forma muy cuestionada como fue el caso de haiga sido como haiga sido, de triste memoria. Además, el 1o de julio trajo para su causa a todos los estados de la República, salvo Guanajuato, y las mayorías tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.

Los barrimos de cabo a rabo. Desde Baja California hasta Yucatán. Se comerán sus insultos y menosprecio contra los indios, los chairos y los nacos. Pronto aprenderán a llamarlo como don Andrés Manuel, en tanto que los periodistas y seudoperiodistas cochuperos pripanistas, algunos de los cuales dijeron irse del país si ganaba el Peje, empiezan su metamorfosis invertida de mariposas a gusanos hacia la sociedad opositora apartidista en su intento de no perder privilegios y lectores, aunque su otrora persuasión social y veracidad públicas sean ya irrecuperables. Cada vez menos lectores les creen. La fiducia los abandonó.

En tanto, los que votamos por Morena, como mi nonagenaria madre doña Mabelita y yo, debemos ser los primeros en estar atentos todos los días para promover los cambios necesarios para abatir la corrupción, la inseguridad y la pobreza generalizada. Para cambiar el país. Aún hoy estoy en ese estado de shock emocional que la adrenalina produce junto con una especie de aletargamiento vacacional, antes de ser totalmente consciente de la enorme responsabilidad histórica del nuevo gobierno. No puede fallar, sería una traición imperdonable.

Le negaron el Zócalo para su cierre de campaña y llenaron el Azteca, la fiesta popular se hizo sin embargo en el mismo Zócalo el día de la victoria, después que el candidato del Pri y el del Pan reconocieron su derrota. El júbilo por el éxito fue expresión del hartazgo y la magia se manifestó con claridad, por un mejor país, por un mejor gobierno.

Los expresidentes lo felicitaron y reiteró que lo agradece pero sin embargo se acabarán sus pensiones. Entre sus más delicadas relaciones estarán aquellas con los poderosos hombres de negocios del país. Ahí necesitará firmeza y calicatencia porque si no se le subirán a las barbas, a las orejas. Sabemos, como dijo Obregón, que los cañonazos de millones son obuses letales. Y en México, como en casi todo el mundo, los que manejan el dinero, son tradicionalmente también el poder.

Muy complicada e importante será asimismo la relación con el twittero bipolar. Espero que no lo invite a Palacio ni se arrodille como los actuales responsables de la política exterior, que tanto daño han hecho al país. Por lo pronto dijo en su discurso del Zócalo que se promoverá el desarrollo y que los mexicanos podremos tener trabajo y mejor calidad de vida en todas las comunidades y que los migrantes no lo seremos por obligación. Esto sonó a campanas de oro para los oídos de la Administración del lépero en Washington, en parte porque significa hacer juntos en teoría, una política de control a las caravanas de centroamericanos en su periplo del sur a nuestra frontera norte. Dicen que hablaron de seguridad y TLC en su primera llamada telefónica. Ojalá la dignidad se rescate.

Por otro lado, cabe subrayar que en muchos leales y queridos amigos campea la tristeza y el desencanto porque su candidato fue arrasado, jamás entendieron el hartazgo de millones de mexicanos. Incluso algunos otros dicen que todos fuimos engañados y que Morena es el nuevo Pri. Lo que es a todas luces una barbaridad insolente. Algunos incluso empiezan a reclamarle que aún no avance o cumpla lo ofrecido en campaña ignorando o haciendo como que se les olvida que hasta diciembre tomará posesión. Son los grupos más reaccionarios que esperan que le vaya mal aunque se hunda el país.

Hoy aprovechó también la ocasión para recordar a otros ejemplares luchadores sociales, hombres de avanzada que de una u otra forma son responsables de esta histórica victoria. Recuerdo a Armando Labra, Juvencio Wing, Jose Luis Ceceña Gamez y Jose Luis Ceceña Cervantes , Solón Zabre, Adolfo Orive, Jorge L. Tamayo y Jesús Silva Herzog el abuelo, que dejaron en varias generaciones de universitarios la enorme satisfacción y el ímpetu de luchar por un mejor país. Recuerdo también con afecto a mis amigos que se adelantaron como Joaquín Xirau y Carlos Márquez Padilla, con quienes tuve el placer de compartir largas discusiones y opciones del quehacer para construir un México menos pobre, con mayor desarrollo y con mejor distribución del ingreso y la riqueza.




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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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