Lolita

En 1955 Vladimir Nabokov rusoestadounidense publicó en París una novela icónica del siglo XX basada en un hecho real. Una niña de 11 años fue secuestrada y violada repetidamente en un viaje alrededor de los Estados Unidos. Por su parte, el narrador Humbert Humbert, profesor de mediana edad, cuenta su obsesión por Lolita, de apenas 12 años de edad y su vida intima de relaciones. Ella eventualmente escapa y cuando se reencuentran está ya embarazada y aunque con serios problemas económicos incluso, tiene la certeza, a pesar de todo, de poder luchar por un mejor futuro. Lo que lamentablemente no ocurre en el caso de la vida real citado.

Lo verdaderamente trascendente de esta novela extraordinaria y muy popular es la confirmación de que en el mundo del poder de los adultos todo es probable y que los abusos contra los débiles son a diario inevitables. Como diría el filósofo de Guemes "estamos como estamos… porque somos como somos".

En "Feliz día del padre… miserables" describí las condiciones e ignominia en que 2 mil niños (más tarde se informó un mayor número de ellos) han sido encarcelados y hacinados en bodegas para analizarlos, clasificarlos y eventualmente repatriarlos, en el marco de la política trumpiana de cero tolerancia de inmigración "ilegal".

A la fecha se sabe que han sido alimentados con agua y manzanas, que los baños no tienen las mejores condiciones de higiene y limpieza, que niños y niñas han sufrido hostigamiento, que duermen con la luz prendida y los despiertan para contarlos a media noche. Se sabe que han llorado, que sus derechos humanos han sido violados y se cuentan historia de dependencia entre los guardias y los niños, tipo el llamado síndrome de Estocolmo, a tal grado que algunos niños no reconocen a sus verdaderos padres. Y otros muchos no encuentran a sus padres que ya fueron deportados. Se calcula que alrededor de 700 niños aún no han sido reunificados con sus padres, aún después de la fecha legal límite obligatoria para ello.

La empresa Southwest Key, por ejemplo, recibirá alrededor de 500 millones de dólares por cuidar a los niños enjaulados y separados de sus padres. Business as usual. Mientras, muchas Lolitas en ciernes se preparan a atisbar un mejor futuro, a pesar de todo. Ojalá el resto del mundo haga lo que tiene que hacer para corregir esa realidad y que la novela inspire un mejor final, más allá de los 35 años de cárcel. Tal vez ahora que el doctor De la Fuente esté en la ONU o que Trump conteste otra cartita amorosa sin insultos, o que Peña utilice algo de la nueva deuda contratada para mejorar las condiciones de los niños separados que cruzaron por nuestra frontera norte. Se sabe que la mayoría son centroamericanos y duele que está política contra niños sea una vergüenza para todos, sin reclamos ni protestas suficientes.



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