SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

LA SUSTENTABILIDAD Y LOS VALORES. Parte II.

LA SUSTENTABILIDAD Y LOS VALORES. Parte II.

Foto Copyright: HugoRodriguez

En mayo de 1999 organicé una segunda expedición al Everest formada exclusivamente por mexicanos. En aquél entonces no estaba de moda el combinar el deporte con campañas sociales. Pero uno de mis propósitos, era promover algún tema que ayudara a crear conciencia sobre la necesidad de provocar el cambio, para avanzar en el desarrollo de nuestro país – desarrollo integral y sobre todo educativo, en la medida de mis posibilidades; pero hacer algo, aunque fuese una gota en un océano, porque solo hablamos y criticamos, pero no hacemos nada, cuando el cambio empieza por cada uno de nosotros.

Así que luego de una reflexión sobre los problemas económicos y sociales de México, llegué a la conclusión, como la mayoría de los mexicanos, porque en esto sí coincidimos y estamos de acuerdo, que el problema principal es la educación y con ella la devaluación de los valores: de los valores universales, de los valores que determinan la actitud positiva entre las personas y la adaptación al cambio para procurar la sana convivencia en comunidad, para evitar que cada quien jale por su lado. Para recuperar el Estado de Derecho, vaya, y en última instancia, para alcanzar la felicidad individual y familiar. Nada más que eso.

Fue pues que le puse un slogan a mi segunda expedición: "Por el rescate de nuestros valores y la unión de los mexicanos". Algo largo que cualquier publicista me criticaría, pero, ¡qué más!, eso expresaba desde mi sentir el problema de raíz que padecíamos los mexicanos y sin excepción. Además se trataba de 1999, justo antes del inicio del nuevo milenio, en plena época de cierre de uno de los siglos de mayor confrontación armada en la Historia Universal. Habían sucedido dos guerras mundiales, la guerra fría y diversos conflictos armados y hasta no armados de enorme impacto. Era la culminación de un siglo lleno de flagelos sociales que rebasaban a la humanidad, a la raza humana. El cierre de un siglo que representaba un milenio en el que habíamos atestiguado grandes avances científicos y tecnológicos, pero también, observado y padecido lo más inhumano del ser humano: para mejor prueba, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Hacia el fin de ese siglo, de ese milenio, en el que algunos pensadores decían y con toda razón, que la "ciencia no tiene la filosofía que merece." ¡Qué palabras tan fuertes! ¡Qué palabras tan desalentadoras! Pero ciertas y precisas.

Hoy ya transcurrió la primera década y media del nuevo milenio, de este milenio de hipotéticos avances y desarrollo, de progreso. En retrospectiva, alguien hubiese pronosticado o cuando menos imaginado, que para el 2018 la raza humana viviría en una época de excepcional avance humano y no solo tecnológico, de justicia social, de educación progresista basada en el conocimiento científico, pero sobre todo de sensibilidad humana y más. Y, ¿por qué no?.. De todo lo bueno.

Pero en cambio, y no digo más, les dejo las preguntas:

- ¿La raza humana ha cambiado para bien?

- ¿Somos los humanos realmente humanos?

- ¿La presente década y el presente siglo son acaso muy diferentes a los anteriores?

- ¿Son mejores?

Los valores son los principios, conocimientos y experiencias que moldean el perfil ético del ser humano, que promueven la calidad y excelencia de nuestros actos, con el único fin de alcanzar la sabiduría y la felicidad. Son los valores la fórmula para combatir la negligencia, la mediocridad, la corrupción y la violencia; pero también para gozar de nuestras vidas, alcanzar la trascendencia.

Valores, que no ideas relacionadas con posiciones radicales de moralidad, ni con creencias religiosas de ningún tipo, ni con estilos obsoletos de conducta, ni con aspectos de sexualidad o de interés político. Tampoco los "valores" como una figura aislada de las que se mencionan en los discursos de los políticos ni como una "palabrita" publicitaria que exhibe a un manipulador atrapado en un vacío de mente. Sino los valores relacionados con el cambio de actitud. Los valores que son una oportunidad para vivir y no para pasarla viviendo, esos valores que no dependen de ciclos o modas, los mismos valores que son comunes entre todos nosotros, los que cualquier ser humano debe tener.

Ciertamente los valores constituyen el elemento determinante para lograr lo que deseamos en la vida, para alcanzar la felicidad, para hacer por los demás, para convertirnos en ciudadanos dignos de nuestras naciones y en verdaderos patriotas del mundo.
Es a cerca de los mismos valores que hemos aprendido de nuestros padres, quienes normalmente nos dan las primeras lecciones y afectos de vida, que nos dan amor; de nuestros abuelos que con nobleza y paciencia nos han dedicado su tiempo más valioso; de los héroes de nuestros países y de muchos desconocidos que sacrificaron sus vidas por construir naciones con mejores oportunidades para las nuevas generaciones; de aquellas personas que tuvieron un ideal y lucharon por él; de nuestros maestros y compañeros, jefes de trabajo y colegas, subalternos, vecinos y amistades, de la gente con la que vivimos.
Termino con esto, un ejemplo que observé, hoy mismo, antes de escribir este artículo: un joven sentado afuera de un local de helados en una plaza comercial, acompañado de su madre o abuela (no lo sé porque él como de 25 años y ella como de 60). La mujer sólo lo mira y él come su helado. Al terminar el joven con el helado, ambos se levantan y ella, sin percatarse, deja caer una pequeña bolsa de plástico al tiempo que se aleja de la mesa. En ese momento el joven le truena los dedos y le señala en seguida con un dedo lo que tiró, justo al borde de su pie derecho que casi toca esos dedos jóvenes llenos de energía, metidos en un tenis puerco. Me pregunto si debo avanzar esos tres metros de distancia para ayudar a la señora, pero la mujer se regresa, se agacha lentamente arqueando las piernas, con esfuerzos, al tiempo que sostiene tres bolsas de mandado y recoge lo que tiró.

La Sustentabilidad Individual comienza, entonces, por los valores universales de actitud para la excelencia.

"Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer, pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos."
– Josefa Ortiz de Domínguez –


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Excelencia

Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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