La familia agotada
Y querían convivir... pues aquí están hasta hartarse.
Ha llegado a tal extremo, que el mínimo roce se transforma en pólvora seca al alcance de un cerillo.
Hay familias que han salido muy fortalecidas con el ejercicio Covid 19; pero otras se han topado con la calamidad del desastre.
El sueño romántico de una bella familia reunida en el entorno de la mesa del comedor, todos contentos y participando tiene su otro rostro, el oscuro hartazgo de tener que estar reunidos a fuerzas.
El tener que estar juntos en forma involuntaria y sin una salida de emergencia, fácilmente se pueden desatar los espectros del sótano que existen en cualquier hogar. Fantasmas de la intolerancia y el insoportable aroma de tener que oler el aliento de la amargura.
El macabro deleite de mirar tu enfadado rostro y tener que ingerir tu rabia cotidiana y tus empíricas frustraciones amorosas, me hacen querer huir de inmediato del salón de tortura en que se ha convertido el compartir el mismo espacio, con todos ustedes: mi adorada familia. Pero no se preocupen, ¡los quiero mucho!
Las noches, intranquilas, como un mar en tempestad, se agudizan al tambor de tus ronquidos y el esplendor de tus pesadillas. Las sábanas, malgastadas por el sudor de tus delirios afectivos, me arruinan el sueño de un mundo mejor. Por eso quiero tanto a mis hermanos ¡qué realismo tan puro!
Y qué decir del transitado pasillo que da a la cocina y la vigilancia estrecha de quién ha lavado su plato o lo ha dejado, una vez más, sucio en el fregadero. Asquerosos irresponsables, ni eso pueden hacer por mi el día de hoy. Bola de flojos e inútiles.
Qué hermosas nuestras familias que han tenido que enfrentar el calabozo de la vida cotidiana y encontrar la luz para vivir en armonía con la antorcha de la dulzura del afecto respetuoso y tolerante. A veces tan escaso y escondido al fondo de la alacena.
Al pasar los días de confinamiento la familia está en estado de fatiga, añorando la llamada "normalidad" y buscando el banderazo de salida, para correr despavoridos a estar lo más lejos de la familia.
Afortunados los que viven el cuadro celestial de una gloriosa convivencia con juegos de mesa y deliciosos banquetes emocionales. Pastelillos de exquisitas actitudes y románticos consuelos, de que estás rodeado de los seres mas queridos y encantadores de este planeta. Seres que amas con locura y que no quisieras nunca más dejar, para irte a trabajar.
Hechizos, brebajes, pócimas y varitas mágicas para levantar el ánimo de la fatiga de estar en la butaca del hogar, atornillado y sin tapabocas, pero con muchas ganas de que ya se termine pronto todo esto y la libremos de maravilla.
Caminemos juntos a levantar el ánimo de todos los seres queridos y, como excursionistas, festejemos llegar a la cumbre, pues aún falta el descenso que, a veces, suele ser el recorrido más peligroso.
No cantemos victoria hasta que estemos de nuevo gozando con la alegría de nuestros familiares ¡Qué bizarra experiencia nos está tocando vivir!
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