Vacuna y humildad
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Vacunar con vacuna de dos dosis a 126.2 millones de mexicanos en un pico desbocado de pandemia, con crisis económica y de seguridad, y en circunstancias de desencuentro como divisa, se antoja una tarea imposible.
Lo es harto difícil para cualquier gobierno medianamente organizado y eficaz. Pero frente a uno desmantelado y pauperizado, que tiró por la borda capacidad y experiencia, que premia la lealtad ciega por sobre el conocimiento, que desprecia la ciencia y la evidencia, y que ha maltratado a su franciscana burocracia con reducciones de salarios, insultos constantes y rebaja de aguinaldos, se ve fallido de antemano.
Reconozcámoslo, Morena sabe organizar mítines, marchas, plantones, toma de pozos petroleros, granjas de bots, reparto de despensas y apoyos económicos. Pero tuvo su bautizo de fuego con una escasez de gasolina provocada por compras internacionales a destiempo, ha sido incapaz en más de un año en garantizar medicamentos para niños con cáncer y el manejo hasta hoy de la pandemia se mide por muertos por cada cien mil habitantes. Lo demás es ruido.
Una hazaña de esta magnitud requiere del concurso de todos, nadie puede restarse y México debiera operar como una maquinaria de reloj y la entrega y lealtad de todos sus hijos hermanados en salvar la casa en llamas.
Solicitar información de qué y cómo se piensa hacer, y cuándo llegará la vacuna a cada entidad, además de querer saber por elemental certeza de dónde van a salir y cuántos van a ser los recursos para adquirirla, a quién y cuándo, y quién los va a ejercer y cómo, no es poliquitería ni jugada electorera, es instinto de sobrevivencia, elemental orden y derecho a la información.
Estamos hablando de vidas humanas en cantidades mayúsculas
Encerrarse en el monologo y la sinrazón, sin más respuesta que la descalificación al que pregunta, no resuelve nada y delata mucho.
No estamos ante el reparto de ayudas clientelares. La logística, el equipamiento, el manejo técnico de la vacuna y las dificultades propias de una tarea de esta magnitud en estas circunstancias obligan a la humildad y a conducirse con verdad (Parreshía).
Estamos hablando de vidas humanas en cantidades mayúsculas.
No es lo mismo dispersar recursos que aplicar vacunas.
Si no pueden controlar la seguridad en las casetas de peaje, operar la captura de un capo o garantizar el transito ferroviario, ¿podrán vacunar a México?
Porfiar en la soberbia y charlatanería de López Gatell, no asegura a nadie en el universo y más allá resultado alguno.
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