PARRESHÍA

La alternancia previa

La alternancia previa

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Faltaban siete días para la pasada eleccién federal y Noam Chomsky echaba un balde de agua fría (¿otro? preguntarán asesores que aún escurren del descrito por el Dallas News) sobre nuestra posible alternancia.

Faltaban siete días para la pasada elección federal y Noam Chomsky echaba un balde de agua fría (¿otro? preguntarán asesores que aún escurren del descrito por el Dallas News) sobre nuestra posible alternancia. Para él ésta podría significar un cambio nulo o una ilusión más que un paso democrático real: "si la alternancia presenta la ilusión de una democracia que funciona, entonces es dañina. Es mejor saber que uno enfrenta un sistema totalitario, así puede luchar contra de eso.

Por otro lado, si la alternancia abre de hecho un espacio para el debate, la discusión de opciones de política real, entonces se genera algo diferente. Uno debe medir ambos factores, la ilusión versus las oportunidades. Empero la ilusión puede resultar (en) un reducir las oportunidades". Lo anterior viene a colación por todos aquellos que ven con desconfianza y hasta ofensa posiciones diversas a las del candidato triunfador. La transición por sí sola no resuelve los problemas, sino que responsabiliza a otros actores de encauzar los esfuerzos sociales para su solución. Ello requiere, de entrada, la oportunidad real de discusión política. Si la alternancia sólo puede leerse como el arribo automático e irreversible a una democracia silenciada, sin traducción a opciones de disenso, deliberación y debate públicos, sería tiempo de preguntarse la razón de ser de la transición y de la alternancia.

No deja de sorprender la aseveración del Presidente Electo con motivo de la cobertura de su gira por Norteamérica por la prensa nacional: Independientemente de sus contenidos y apreciaciones, para el próximo mandatario el deber ("deberían", fue el término utilizado) de los medios era apoyarlo. Error. Quizás resabio de una campaña atípica en la que nada ni nadie melló su imagen mercadológica (perdonen que no la califique de política, pero el pudor aún se resiste en mí). Hasta donde entiendo, la función pública de los medios de comunicación es comunicar e informar.

Hoy sabemos que los medios no son lentes totalmente transparentes ni ajenos a intereses de índole diversa, por lo que entre la captación y la transmisión del mensaje siempre hay una distorsión mediática; y no podría ser otra manera, ya que no existen entre nosotros seres e instituciones químicamente puros y absolutamente imparciales (por más que la ciudadanización persista en ello). Pero de allí a que se aprecie, desde lo que será el próximo ejercicio del poder, como obligación de los medios apoyar al Presidente, su gobierno y acciones, dista un gran y preocupante paso.

Pero volvamos a Chomsky, éste apuntaba que para los centros del poder estadounidense y el sector empresarial transnacional su principal interés era acreditar la elección mexicana como "transparente y justa", precisamente para ocultar la existencia de una "dictadura empresarial", no sólo en México, sino en Estados Unidos y en el mundo entero. Según Jim Cason y David Brooks, autores de la entrevista que se cita, para Chomsky estos centros de poder "desean que (la elección) sea percibida como justa, porque quieren que la dictadura empresarial sea percibida como justa"; para ellos es importante que el poder resultante por el cual articulan sus intereses sea percibido como legítimo, en tanto que su poder sobre aquél, así como sus intereses se mantengan ocultos. Preguntaba Chomsky "¿Quién en esta elección está votando por el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, o en cualquier otro lugar donde reside el poder real?". Y si allí reside el poder real, afirma, es pequeña y marginal la oportunidad que brindaría la alternancia. El problema por él planteado, como puede apreciarse, no es privativo de México, sino de la democracia en un mundo globalizado.

Estados Unidos presume (¿impone?) su modelo de democracia y su sinónimo, la alternancia; sin embargo para nuestro autor este argumento sólo enmascara la realidad de que es un sector muy reducido quien define la elección y la política de esa Nación: "los intereses empresariales que financian las campañas políticas". O como lo declaró Wrigth Mills hace ya 50 años, el bipartidismo estadounidense es un sólo partido empresarial con dos facciones. Al respecto, cabe preguntar quién decide cuando la política y lo electoral terminan por ser regidos por la mercadotecnia, ¿el pueblo, los medios, los mercadólogos, o quienes financian las campañas? En este supuesto, ¿dónde empieza el consumidor y termina el ciudadano? De igual forma, es dable cuestionarnos, con Chomsky, si existe alternancia (y democracia) cuando las estructuras tradicionales de poder permanecen intactas.

No vaya a ser que vengamos a caer en cuenta que el PRI y su proyecto de Nación hace tiempo que perdieron el poder real y que los festejos por la alternancia que hoy llenan el buche de los transitócratas sean tardíos, por existir de tiempo atrás una alternancia previa, real y sigilosa de la que los priístas no quisimos darnos cuenta por miedo a la verdad, y ahora sólo estemos ante un cambio de vestido de legitimidad formal, frente a una ilusión sin oportunidades ciertas de cambio y sin alterar las estructuras reales de poder.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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