Fiasco

Fue un error garrafal. Un desastre. Una pifia.

El actor principal olvidó sus líneas y el rival mereció ser expulsado del escenario al confirmarse su condición de criminal confeso, hipócrita, cínico, mentiroso y ruin, de palabras y gestos obscenos.

No me refiero específicamente a las desastrosos cuantimás ‘sesudas’ intervenciones de análisis sobre la reforma al Poder Judicial y sus consecuencias por lúcidos expertos de la manipulación nacional a quienes no se les da gusto con nada. Ni siquiera en su propio provecho.

La reforma al Poder Judicial que va porque va con la fuerza y determinación de la victoria electoral del 2 de junio pasado, cuando Morena arrasó a la oposición, lo que significó principalmente la debacle del trío PANPRIPRD: con lloriqueos y lamentaciones de impotencia.

Y la derrota y defensa más emotiva que objetiva, del último reducto de la oposición neoliberal, el Poder Judicial, cuyos resultados han sido claramente en beneficio de los menos, de los más ricos e influyentes.

Es el Poder que incumple la Constitución de la República al asignarse sueldos, prestaciones y recursos adicionales mediante fideicomisos de privilegio, más allá de lo que legalmente les corresponde, desde donde se promueve la incuria y lo que resulte contra miles de reos sin sentencias, encarcelados desde hace añales.

Donde se dictan instrucciones y se cumplen o incumplen órdenes de aprehensión o liberación expedita según sea la mordida del influyente abogado y la correspondiente componenda con los jueces.

Donde los feminicidios ocurren sin responsabilidades legales para los criminales. Donde la justicia no es justa ni expedita ni pareja sino desigual en desventaja siempre para gente sin dinero.

Donde caer en un ministerio público aún por una relativamente intrascendente infracción es como el camino al patíbulo sino se tiene suficiente marmaja para suavizar y matizar la decisión del juez calificador.

Tampoco me refiero principalmente a la vergonzosa actuación del equipo tricolor de futbol como una partida de ratones verdes ante cualquier rival del mundo. Casi siempre pierden, empatan con mucha suerte y nunca ganan en torneos relevantes ya que no saben meter goles. Padecen de pánico escénico frente al marco y hacen el ridículo en la cancha al correr de aquí para allá sin ton ni son.

El entrenador en jefe declara con bombo y platillo que todo está bien que no pasa nada y Venezuela y Ecuador pasan a la siguiente y los ratoncitos verdes se quedan llorando y mirando cómo se gesta otro fraude contra millones de mexicanos que apostaron por ellos. Entonces directivos, cuerpo técnico, los equipos, televisión y locutores se lavan las manos. Al fin ‘no pasa nada’.

El surrealismo mexicano en otra deportiva expresión

Hoy por fiasco me refiero primordialmente al publicitado debate (sic), entre el presidente Biden del partido Demócrata y el expresidente Trump del partido Republicano. Es de suponerse que los dos se enfrentarán nuevamente en noviembre de este año por el premio de premios.

Biden se vió con lagunas mentales, olvidadizo, desconectado. Enfermo, anquilosado y anciano.

Trump se vio’ agresivo, mentiroso, sin poder contestar preguntas y cuestionamientos. En cambio, aferrado al script que vende millones sobre su conocida superficial agresividad y repartiendo culpas a migrantes y enemigos. ‘You are fiered’… Con la resbaladiza actitud de nunca asumir responsabilidad alguna ni siquiera en cuanto al pago para cubrir relaciones prostitucionales ni la invasión al Capitolio.

De Biden las alarmas plantean su posible sustitución como candidato y aún antes de que termine su actual presidencia por sus manifiestas incapacidades, se dice que la vicepresidenta está preparada y tomaría su lugar. Sin embargo, el mismo ha declarado que ‘cuando uno se cae hay que levantarse’ Que mala noche (en contra de la tesis famosa de Verónica) la tenemos todos.

Emulando a los del Tri, o viceversa, ‘no pasa nada’. El signo de los tiempos convulsos actuales. No pasa nada tampoco ni en Ucrania ni en Gaza …ni en la frontera con México. Ni en los EUA.

Si las cosas siguen como están, en noviembre Trump regresará a la presidencia de los EUA. El país aún más poderoso del mundo tendrá en el Ejecutivo a un espécimen declarado criminal, por decir lo menos. Signo de los tiempos actuales de enorme revoltijo social. De polarización y odios nacionales. De confusión y desgarriates.

Sin embargo, para complicar aún más las relaciones políticas hay ya grupos poderosos que plantean evitar a cualquier costo que regrese Trump a la Casa Blanca.

En México falta menos para que el famoso pejePresidente deje la presidencia y los oráculos neoliberales insisten que será el poder detrás del trono ya que incluso la actual secretaria de Gobernación entró en la moda cluadista del nuevo look con el peinado de cola de caballo. Hágame usted el favor.

Sin embargo, en serio, entre fiascos y a empujones la transformación avanza hacia la construcción de un mejor país, más igualitario y menos diferenciado, aunque no les guste a los manipuladores y simuladores de información. A los odiadores profesionales. A los que perdieron en esta administración sus negocios privados con recursos públicos.


En todas partes se cuecen habas, en la Francia de mis amores la ultrderecha de Le Pen se adueñó de la victoria en la primera vuelta de las elecciones, obtuvo 33% de los votos y la izquierda apanicada llamo’ a la unidad para evitar que consiga la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional el próximo 7 de julio.


En este ambiente de discrepancia e inestabilidad va bien recordar a mi abuelo Martínez: ‘Válgame San Juan Bautista y San Carlos Borromeo, no sé qué tengo en los ojos que puro cabresto veo’.


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