De pericos verdes y tarugos

El refrán (ya ve usted mi debilidad por las máximas populares) dice: “el que es perico, dondequiera es verde, y el que es tarugo, dondequiera pierde…” Si su religión se lo permite, le sugiero cambiar la palabra “tarugo” por la más clara: “pendejo”.

Fíjese bien, mi amigo, mi amiga, que es en estos tiempos de vísperas electorales cuando tarugos que se creen pericos vuelan en parvadas en torno a partidos y organizaciones políticas.

Todos saben más que los demás. Todos cargan con ellos la piedra filosofal. Todos son unos “animales políticos” expertos en ingeniería electoral. Todos cobran millones y si es posible, en dólares. Pero en el fondo no son más que iletrados e ignorantes que se aprovechan de la ingenuidad (que la hay y mucho) de sus clientes políticos.

No le quiero aburrir, menos si es miércoles y está usted soñando, como mi compadre “P” y yo, en la hora en que se pueda abrir la primera helada, pero es mi deber, si usted se dedica (al tantas veces tan ingrato) oficio de la grilla, advertirle del riesgo que corre usted ante estas jaurías.

“¿Dije oficio de la grilla?” Debí decir “Oficio de tinieblas”, pero si usted no me cree no necesitará esperar hasta el 2 de junio para ver a los ojos y ya sin máscaras a esos merchifles a los que me refiero.

Solitos se delatan por su incompetencia e ignorancia.

Lástima que muchas veces se llevan entre las patas a gente honesta (que la hay en medio de la grilla, aunque usted no lo crea).

Ahora que, si lo que usted sueña es aprender a manejar el oficio del asesor político, pues no le queda de otra más que leerse un par de toneladas de libros y asistir a cientos de horas de cursos y seminarios.

Sale esto más barato que andar creyendo en charlatanes.

Abra los ojos y los oídos.


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