PARRESHÍA

La caja de pandora jucicial electorera

La caja de pandora jucicial electorera

Foto Copyright: lfmopinion

Los fenómenos políticos no son ciencias exactas y las más de las veces, cuando no responden a una determinación debidamente sopesada, suelen resultar contraproducentes.

La llamada reforma judicial enfrenta dos sistemas entre sí. Por un lado, un sistema de mérito y carrera, y, por otro, uno de representación electoral.

Sus promotores venden como insuperable el segundo, cuando en realidad se trata de sistemas incomparables entre sí.

El primero privilegia un proceso de esfuerzos que corre en el tiempo, que va construyendo una carrera de peldaños y méritos, y que, por último, responde al concurso de muchos en el que sobresalen los mejores. El segundo, en principio, sirve para construir representación; pero el sistema de representación ya no responde a los cánones de la sociedad del siglo pasado, de suerte que hoy los llamados representantes no representan prácticamente a nadie, de suerte que lo que suele prevalecer es, o la popularidad, que no necesariamente responde a un mérito de desempeño para función pública alguna; o las maquinarias electoreras cuya eficacia no se corresponde, tampoco, con cualidad alguna del sujeto electo.

Pero los fenómenos políticos no son ciencias exactas y las más de las veces, cuando no responden a una determinación debidamente sopesada, suelen resultar contraproducentes.

¿Qué quiero decir? Que, en este experimento sin brújula ni inteligencia, pudiera resultar que más que acreditar las bondades del sistema electoral para designar funcionarios judiciales, se termine privilegiado y valorado en sistema de mérito más allá de lo judicial.

Nadie sabe para quién trabaja, y, quizás, queriendo hacer de la demagogia virtud, terminen los pseudodemócratas condenados al carril del esfuerzo y mérito que han evadido hasta hoy en las vías electoreras y partidarias.

Lo mismo pasa en el circuito de partidos: Nuestro sistema electoral es un sistema de partidos para partidos, pero hoy han mal creado un sistema electoral judicial sin partidos, y si bien sabemos que Morena —tramposo al fin— sí meterá las manos, es probable que estén creando la caja mortuoria de los partidos y los movimientos políticos tal y como los conocemos.

Los griegos le llamaron La Caja de Pandora.

Disfruten lo votado.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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