PARRESHÍA

México de Cuauhtémocs y Andreas

México de Cuauhtémocs y Andreas

Foto Copyright: X

A la miasma se hace héroe, fuero y blazón: el “no está solo” a Cuauhtémoc Blanco es el segundo piso del “Es un honor estar con Obrador”.

En segunda voz de mi dilecto amigo, Pepe Newman, escribo estos trazos.

Hablas, mi Pepe, de la ley de la gravedad y de su gravedad, que en nuestro alrededor todo derrumba y repta. No cae más, aunque debiera. ¿Caen los asteroides infinitamente hasta que una estrella, un planeta, un satélite o un hoyo negro trunca su no destino?

Pero lo nuestro ya no es caer: caídos estamos. Tirados, bien dices, en el sentido de una persona despreciable que ha perdido la vergüenza; o de algo abandonado, sin ayuda: un trique, un trebejo. Algo, señalas, que nadie alza, dejado a su propio olvido: el cuerpo sideral deja de viajar, de tener cauda, de iluminar y surcar el infinito para convertirse en una piedra o en una huella hecha silencioso cráter. Eso somos hoy, un inmenso vacío.

Ahora que han vuelto a traer a la escena nacional a Cuauhtémoc, en la infausta versión de un futbolista mierda, recordamos, con la Conquista, al “águila que cae” y que, caída, le queman las plantas de los pies para que no solo ya no vuele, sino ni siquiera pueda caminar, condenada a arrastrase. Y esa es nuestra realidad hoy: somos águilas sin alas con pies de ceniza. Serpientes desplumadas, condenadas a reptar entre fosas clandestinas y campos de exterminio, entre excrecencias, gusanos y tumbas sin nombre ni recuerdo. Entre zapatos y mochilas como mudos testigos de una desaparición que se obstinan en negar, sin uso, sin mañana, sin ayer. Nuestros desaparecidos son la nueva versión de los ningunos de Paz: “no sólo nos disimulamos a nosotros mismos y nos hacemos transparentes y fantasmales; también disimulamos la existencia de nuestros semejantes (…) Los disimulamos de manera más definitiva y radical: los ninguneamos. El ninguneo es una operación que consiste en hacer de Alguien, Ninguno. La nada de pronto se individualiza, se hace cuerpo y ojos, se hace Ninguno”. Un ente sin entidad, peor aún, sin derecho a tumba, memoria, patria. Un zapato y mochila sin dueño.

Somos, hasta en tanto no nos desaparezcan, mexicanos sin México ni horizonte. Somos lo tirado, el diablo al que mandaron nuestras instituciones: somos su desaparición y olvido. Somos las medicinas que nunca llegan, la salud que nos burlan y birlan; la educación hecha botín, la justicia masacrada, la realidad alisada en mañanera y cola de caballo. Una tumba vacía y sin lápida, la madre patria rasgando la tierra con sus lágrimas y coraje en busca de sus hijos e hijas.

Todo en nuestro entorno, señalas, se derrumba, cae, repta. Algo peor, a la miasma se hace héroe, fuero y blazón: el “no estás solo” a Cuauhtémoc Blanco es el segundo piso del “Es un honor estar con Obrador”. Corregido y aumentado en vivo y a todo color desde México para el mundo entero.

Lo nuestro ya ni siquiera llega a postración, que de suyo es una acción; lo nuestro es una castración que termina por desaparecernos en ningunos. Ningunos condenados a arrastrase hasta dejar el pellejo embarrado en las piedras, los huesos calcinados o los miembros esparcidos en un México transformado en un inmenso campo de exterminio, donde todos terminaremos siendo desaparecidos y nuestras huellas sean negadas por Noroña: “¿Quién dice que los zapatos son de desaparecidos?”

En todo caso, dicta desde Estrasburgo, serán de unos pedorros "ningunos"

Pero dices bien, mi Pepe, unos tiran y otros, los tirados, se alzan de hombros sin alzar siquiera la mirada.

Se equivocó López Portillo, querido Pepe, no nos convertimos en un país de cínicos: nos convertimos en un país de Cuauhtémocs Blancos y Andreas Chávez.

PS. Y ¡noroñas!...


#LFMOpinion
#Parreshia
#Mexico
#Newman
#caida
#Repto
#Ninguno
#Desaparecidos
#Norona

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: