PROHIBIDO PROHIBIR

El odio

El odio

Foto Copyright: X

El odio entre un grupo y el otro prevalece a muerte.

Para Luis Farias Mackey



De los males sociales más contagiosos sobresale el odio, que siempre es mal consejero. Ataranta, atosiga y apendeja.

Cuando se arraiga se reproduce como moho y se aferra a todas las almas, a las paredes del corazón, sólo los mejores hombres y mujeres pueden superarlo.

William Shakespeare escribió sus afamadas obras universales a fines del siglo XVI y principios del XVII sobre la vida, el amor, la muerte, la venganza, los celos, el dolor, la magia y el misterio.

Sus mejores obras teatrales como Macbeth, Romeo y Julieta y Hamlet tratan sobre valores esenciales en las relaciones humanas, alegrías y tristezas con destacados matices de felicidad y odio. Son precisamente estas contradicciones las que hacen que sus obras sean universales, actuales.

Sus escenas muestran entonces retratos cotidianos sobre la condición humana y sus miserias.

Por ejemplo, en Romeo y Julieta el odio entre los Capuleto y los Montesco impregnará la relación amorosa de los jóvenes amantes. El odio, la disputa, generarán la tragedia.

En Macbeth, una profecía revelada por las brujas lleva al asesinato del rey Duncan y a la usurpación del trono por ambición, culpabilidad, paranoia y odio. Macbeth, a su vez, será asesinado y Lady Macbeth, atormentada morirá también.

En Hamlet, el bardo de Stratford-upon-Avon cuenta la historia del príncipe danés que busca vengar la muerte de su padre a manos de su tío Claudio. Es la venganza, el odio, el castigo merecido contra los corruptos.

En la Revolución francesa del siglo XVIII, las turbas hambrientas de ciudadanos relegados fuera de Versalles aumentarán el odio contra la decadente monarquía. ‘Repartan pasteles’ dicen que aconsejó María Antonieta al saber de los invasores a sus cuidados, manicurados jardines. La guillotina se tiñó de rojo mientras la multitud rugía, absorta y maledicente.

Libertad, igualdad y fraternidad cambió la vida de entonces e inspiró la construcción de un mundo occidental más equilibrado y justo. El asalto a la Bastilla, la creación de la Asamblea Nacional, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano contribuyeron a disolver los privilegios del antiguo régimen a favor de un gobierno revolucionario. La mayoría de los historiadores coinciden en que la Revolución francesa marca el fin de la Edad Moderna y el inicio de la Edad Contemporánea.

La guerra de Secesión o Guerra Civil de los EUA enfrenta a los estados del norte o de la Unión contra los estados del sur o de la Confederación. Su principal causa fue la lucha contra la esclavitud, marcadamente agrícola para liberar mano de obra obrera en la carrera industrial, además de la expansión hacia nuevos territorios, principalmente hacia el oeste y el sur del Continente.

Dos formas de vida se enfrentaron en la guerra de Secesión: la premodernidad agrícola del sur frente a la modernidad industrial del norte.

El general Lee se rindió al general norteño Grant lo que significó el fin de la guerra. Lincoln vivió para disfrutar la victoria, sin embargo, el odio generado contribuyó a que Booth, simpatizante sureño, le disparara en el Teatro Ford de Washington D.C. Su muerte ocurrió al día siguiente del atentado.

La Revolución Mexicana de 1910, fue la primera revolución social del mundo. La dictadura de Porfirio Díaz de 35 años de duración generó crecimiento económico y forzada estabilidad política con altos costos sociales, enorme diferenciación social y odios entre las clases ricas y las demás, lo que generó un enorme descontento creciente contra el gobierno del general oaxaqueño.

A lo largo del siglo XX en México fuimos un país subdesarrollado o en proceso de desarrollo con enormes diferencias geográficas, económicas, culturales y hoy vemos como se ha envilecido la relación entre mexicanos muy ricos y ricos y el resto de la población.

Hoy somos un país subdesarrollo o en proceso de desarrollo, un poco menos pobre que antes, aunque aún con una enorme concentración del ingreso y la riqueza. La educación es deficiente, la salud ni por asomo es como en Dinamarca y la violencia se ha extendido por todas partes.

Los regímenes políticos de la 4T han combatido la corrupción generalizada y provocado cambios significativos en el bienestar de las mayorías, han combatido los negocios privados de minorías privilegiadas con recursos públicos, han intentado construir una relación de respeto con los vecinos del norte y ejecutado una llamada reforma judicial para limpiar la mugre enquistada de jueces, magistrados, ministros y demás órganos judiciales que llevó a una participación de alrededor de 13 millones de votantes en la elección directa de este mes de junio.

Dicha reforma pudo haberse organizado con mayor eficiencia y mejores resultados, muy cierto.

Pero somos lo que somos: un país de riqueza media en el contexto internacional, con graves carencias y necesidades. Acosado siempre por el imperio norteño yanqui, más aún, con el gobierno republicano de un criminal confeso.

Hoy el país camina a paso lento, aunque sabemos que la clave es crecer para poder desarrollarnos y reducir diferencias y necesidades. Sabemos por experiencia que ello no es fácil más aún en el actual panorama internacional.

Las remesas se reducen, la nueva inversión es limitada a pesar del Plan México, aumentan las presiones inflacionarias, la deuda total se mantiene en altos niveles, aunque relativamente manejables, Pemex y CFE reportan endeudamientos crecientes, el Fobaproa sigue siendo un dolor financiero interminable. Crecen geométricamente necesidades de vivienda, agua, comunicaciones, alimentos. En pocas palabras: de progreso con civilización.

A todo este difícil panorama habrá que sumar el odio entre los beneficiarios del pasado frente al nuevo régimen de Morena, desde el famoso Peje hasta la actual presidenta.

En síntesis: todos somos testigos. ¡Cómo se ha envilecido la relación entre mexicanos!

Padecemos muchos Méxicos separados, unas partes más violentas que otras, ínsulas de progreso, aunque mínimo y el resto condenado a sufrir más odios y carencias sociales, unos contra otros, con diferencias irreconciliables.

Como en el teatro de Shakespeare, como entre los actores de la Revolución Francesa, como en la Guerra de Secesión estadounidense, como en la Revolución Mexicana de principios del siglo pasado, el México de hoy enfrenta a un grupo minoritario de ciudadanos nacionales adinerado contra el resto de los mexicanos menos ricos y francamente pobres.

Y el odio entre un grupo y el otro prevalece a muerte.

#LFMOpinion
#ProhibidoProhibir
#Odio
#Mexico
#Desigualdad
#Injusticia
#Pobreza

Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

Sigueme en: