PARRESHÍA

Precampañas en ocaso

Precampañas en ocaso
Suele ser en estos momentos cenit de Andrés Manuel donde se anuncia o al menos perfila su caída.

La semana pareciera ser un triunfo en todos los frentes de López Obrador, puede darse el lujo de imponer a Cuauhtémoc Blanco como candidato y resucitar a Marcelo Ebrad, sin que nadie se llamé a sorpresa.

Puede imponer como indisputable una falsa reunión de Peña Nieto con Claudio X. González y cargarle, además, una guerra sucia de la que no se tiene más prueba que su dicho.

Nombra miembros de gabinete, precandidatos disfrazados de coordinadores, mapaches embozados en defensores del voto y admite a todo aquel que le bese la mano e incline la corva, sin que nadie repare, le recuerdo o al menos le increpe que todavía es solamente precandidato.

Avanza triunfante, como si la lluvia no lo mojará y el futuro le hubiese sido escriturado.

Habrá que tener presente que los esforzados y heroicos defensores del voto contra el fraude recientemente nombrados en MORENA, fueron los operadores del PRD en el Distrito Federal desde 1997 hasta la defección de López Obrador en 2013, y que aquí, más por las malas que por las buenas, con un clientelismo obsceno, tribus sanguinarias, juanitos y todo el dinero del gobierno de la Ciudad ganó ese partido salvo pequeños espacios testimoniales del PAN y PRI. Son pues, los operadores electorales de una maquinaria de partido hegemónico al puro estilo viejo PRI.

Por cierto, cuando Ebrad, todavía en el PRI, operó en la Ciudad de México como operador electoral en 1991, fue tal su falta de contención que se le pasó la mano en el relleno de urnas y se quedó sin curul prlurinominal por su descuido. A ese dechado de pillerías los presenta como carmelitas descalzos en cruzada contra el mal, cuando son, posiblemente, los expertos al día de hoy en marrullería electorera. Pregúntele si no a Mancera, a quien en 2015, siendo Jefe de Gobierno, le desfondaron las diputaciones locales y federales y varias delegaciones sin que se diera cuenta ni cómo ni cuándo.

Para colmo, la ingerencia gringa sobre la posible ingerencia rusa en las elecciones en México, le dio pie a una defensa que se echó de menos por parte de los actores gubernamentales mexicanos indicados de hacerlo.

No obstante, suele ser en estos momentos cenit de Andrés Manuel donde se anuncia o al menos perfila su caída.

Lo hemos escrito con profusión durante la semana, por lo que solo señalaremos que López Obrador, al guarecerse de antemano de un posible fraude, abre la posibilidad y la anuncia de perder la elección.

Hay en su inconsciente una constante de tropezarse con la misma piedra una y otra vez. Es él mismo, quien invoca a sus fantasmas y quien encasilla sus nuevos escenarios a viejos y conocidos derroteros. Podríamos decir que es él quien despierta y alimenta su demonios.

Meade logra mayor presencia y mejor mensaje, se le ve más en control, al menos de su desempeño, pero sigue sin entusiasmar. Sus estrategas deben de trabajar en escenarios, eventos y coberturas que les sean propicias, no querer hacer de él un líder de masas o un orador de plaza.

Como sea, sus planteamientos temáticos responden a su propia agenda y no cayó esta semana en dimes y diretes coyunturales.

Su respuesta contundente a Andrés Manuel sobre la certeza del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, no halló acuse de recibo de la esquina morena pero sí fue escuchada por los sectores a los que iba dirigida. La omisión del macuspano le dio pie a Meade a emplazarlo a responder sin ambigüedades.

Veremos cómo y qué responde López Obrador.

El joven de la guitarrita desapareció con todo y ella. Javier Corral le ganó la semana en toda la línea, desde su reunión con el nuevo Secretario de Gobernación, su omnipresente caravana y cobertura, su Informe de Gobierno, del que sólo se destaca la presencia y apoyo de Anaya al chihuahuense, su anuncio de la segunda etapa del Corral Tour y el cierre de oro que le dé en el Ángel de la Independencia este domingo.

El Chico Maravilla, que pudo con Madero, Beltrones, Margarita, Calderón, el Frente y hasta con el Fiscal Carnal, parece terminar difuminado ante el protagonismo enfermizo de un Gobernador fallido.

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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