Sorpresas te da la vida
Desde hace tiempo que nada en y del IFE me sorprende: en nombre de la ciudadanización y la autonomía no hay atrocidad que sea suficiente. Pero cuando escuché al niño verde, hijo del dueño del Partido Ecologista, congratularse por la multa impuesta a su partido y felicitar a la Comisión de Fiscalización por haber violentado su derecho de audiencia y legítima defensa, mi pasmo derramó el café sobre el pantalón y una pobre periodista que tuvo la mala suerte de sentarse a mi vera. Mi extrañeza creció al concluir la sesión, o mejor dicho, al decretarse su receso indefinido y observar al novel diputado dirigirse hasta el lugar del Consejero Lujambio, presidente de la Comisión, y despedirse efusiva y agradecidamente de él. Tal era su entusiasmo que creí que al salir encontraría una manifestación de su partido en apoyo al consejero y en demanda de una penalización mayor para su organización.
Acudí entonces al dictamen de la Comisión y ¡oh, iluso de mi! el IFE me volvió a sorprender: el Partido Ecologista contrató con dos empresas el 25.8 por ciento del total de sus gastos en todas sus campañas de 1997, por un monto de 11.7 millones de pesos. Por supuesto que éste es libre de contratar el 100% con una empresa, si ese fuese su gusto... siempre y cuando ésta exista. El hecho es que el Partido Verde contrató y pagó casi 12 millones de pesos a dos empresas fantasmas por la supuesta impresión de 30 millones de cartas, a razón de 2.5 pesos misiva.
En el primer caso, una recepcionista de consultorio médico, a invitación de un señor de nombre Francisco Rosas Melchor aparece extendiendo facturas por varios millones de pesos que se depositan en una cuenta de cheques a su nombre, tras haber firmado en blanco todos ellos a favor del sujeto en marras. El partido contrata con una empresa representada por éste con dirección en Obrero Mundial, colonia Del Valle, pero recibe y cubre facturas a favor de la misma empresa, firmadas por la recepcionista con domicilio en Granizo, Tlalnepantla. Valga mencionar que en ninguna de las dos direcciones existe imprenta alguna. Pero si fuera poco, al acudir al impresor que supuestamente imprimió las facturas pagadas, se descubrió que éstas eran apócrifas.
El partido, al ser cuestionado, aceptó que había firmado un contrato de 5.6 millones de pesos, sin cerciorarse de la personalidad del contratante y entregó como prueba comprobantes de remisión de cartas de Sepomex lo que de suyo no demuestra que esos envíos sean el producto de su inexistente proveedor. Acerca de lo demás guardó sepulcral silencio. Lo más curioso es que asevera desconocer al susodicho Rosas Melchor, pero en sus comprobaciones de gastos de 96 y 97 aparecen erogaciones por concepto de honorarios a favor de él.
El otro caso es muy similar: empresa fantasma, domicilio inexistente y comprobantes de Sepomex. Inclusive el supuesto impresor de las facturas falsas es el mismo. En ambos casos no existe constancia de almacén que acredite la entrada y salida de las cartas.
Por si fuera poco, al exhibir los comprobantes de Sepomex se demostró que fueron enviadas 2.6 millones de cartas más que las supuestamente impresas por sus proveedores espectro. Al ser requerido el partido salió con la batea de babas de que la diferencia obedecía a una donación no reportada de sus inexistentes impresores.
Pero no crea usted que las sorpresas paran allí. La investigación estaba concluida desde noviembre, tan es así que de ella se notifica a la Secretaría de Hacienda el día 25 del mismo mes, pero el partido es requerido hasta el 17 de diciembre. ¿Por qué la comisión habiendo concluido la pesquisa con tanta antelación, esperó hasta entonces? Hay quien sospecha que lo hizo para no dañar al "bloque oposicionista" en pleno periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión. ¿Será?
De todo esto concluye la Comisión en el tomo V de su dictamen (pág. 393): "Esta autoridad no cuenta con elementos de convicción suficientes para afirmar con certeza que este gasto erogado por el partido (nada más el 25 por ciento del total de sus campañas federales) se encuentre debidamente acreditado".
Sin embargo, y he aquí la última sorpresa -hasta el momento- el Partido Verde Ecologista fue multado ¡únicamente! por no llevar "adecuadamente su control de Inventarios" y no registrar debidamente, como ingreso por donación en especie, los 2.6 millones de cartas que reportó (accidentalmente) de más con sus comprobantes de Sepomex.
El Consejo General y su Comisión de Fiscalización nada mencionan en su resolución respecto de las irregularidades encontradas en la revisión de los informes de gastos de campaña, de los 11.7 millones que no fueron "debidamente acreditados", de las facturas falsificadas, de las imprentas fantasma, de los domicilios inexistentes, de los contratos balines y demás lindezas del caso.
Sorprendido, sólo puedo concluir: el Partido Verde Ecologista cometió un error imperdonable: debió haber realizado una manifestación de apoyo a la Comisión de Consejeros en la pasada sesión del Consejo General del IFE. La va a necesitar.
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