LETRAS

¡Música Maestro!

¡Música Maestro!
¿sabrán que preferimos escuchar a José Alfredo antes que sus spots? Lo dudo.

Editorial


El Ideario



Mi padre, que era lo que se dice un tipazo, me heredó además del recuerdo amoroso de un hombre que es mi buque insignia, uno de mis grandes amores en la vida: la música.

De niños, junto con mis cuatro hermanos mi pá nos ponía música de marchas alemanas y allí nos tenía marchando muy marciales alrededor de la mesa del comedor y por toda la casa jugando con la música e introduciéndonos a lo que más tarde se convertiría en una necesidad y un gozo enorme.

Tenía la cualidad de escuchar de todo, con él descubrí a Harry Belafonte, a Beethoven -su músico más amado-, a María Dolores Pradera, a Gilbert Becaud y un larguísimo etcétera, así nos abría los oídos y el alma. Me emociona aún recordarlo escuchando el 5º concierto para piano de Beethoven -Concierto Emperador- dirigiendo de forma imaginaria a su orquesta, tiempo después mi hermano menor y yo lo chiflábamos de memoria, uno la orquesta y el otro el piano.

El tercer movimiento de la 9ª Sinfonía de Beethoven literalmente lo transportaba a un pedacito de cielo, y me decía que cuándo él muriera sería una de las últimas cosas que le gustaría escuchar, Dios y la vida me concedieron ese privilegio, y pude unos momentos antes de su muerte, encerrarme con él y escuchar juntos por última vez la música que él más amaba, recuerdo cómo reaccionó sin poder abrir ya sus ojos, pero sentí cómo la música lo abrazaba y se fundía con su alma camino a la eternidad.

De adolescente me gustaba lo que a todos mis amigos, la música de los 70’s y 80’s me sigue fascinando, y en ésta época apareció en mi vida una persona que me marcaría en muchos sentidos; "Romero", era un español de esos que te encantaba a la primera, socio y amigo de mi pá, nos covertimos en mejores amigos en el instante que nos conocimos. Un día sin más me pregunta ¿chaparrito para ti quién es el mejor cantante de ópera? Sin dudarlo le contesté ¡Plácido Domingo! -estaba de súper moda- y así franco como era, me dice "no tienes ni peregrina idea", sobra decir que como buen español que se respete tenía una dosis de radicalidad muy sabrosa, acto seguido me dio un cassette de un cantante que yo jamás había escuchado; Alfredo Kraus, no sé si fue un terrible error o un milagro, pero a partir de allí mi relación con la ópera trastocó mi sentido de la música y en buena medida del arte en general, una cosa llevó a la otra y sin más un día compré una ópera en oferta -era pobre como una rata- que cantaba una tal María Callas, ¡ese fue amor a primera nota!, ella significaba todo lo que yo podía esperar de la voz humana, no es que tuviera precisamente una voz "bonita", era su capacidad interpretativa lo que me fascinaba; amor, odio, angustia, alegría, ¡todo cabía y era posible en el arte de la más grande cantante de la historia de la música!

Mi familia estaba totalmente alucinada -por no decir harta- de un gorgorito por aquí un agudo taladrante por allá, y no tengo la menor duda de que en secreto odiaban a Romero por lanzarme a lo que mi madre describía como los terroristas de la música, pero uno es terco, me dejé poseer por las musas y me podía pasar noches enteras escuchando a Verdi, Bellini y todo el repertorio italiano, pero lo mejor estaba aún por venir -mi familia opina radicalmente lo contrario- ¡Wagner! Es verdad que este prócer se colgaba un pelín a la hora de componer y sus dramas pueden durar cuatro horas completitas, pero es la cumbre de las cumbres operísticas habidas y por haber. Sí, es verdad, me falta objetividad pero no me importa, ante Tristan e Isolda me rindo por completo.

Como soy un tipo muy afortunado, otra persona que no mencionaré su nombre pero que desde el universo interior en el que vive sabe cuánto la quiero, agregó a mi muy limitado conocimiento de la música, un gusto enorme por Brahms, Shubert, Chopin y los increíbles compositores rusos, pero sobre todo me abrió a otros caminos de la música desde una sabiduría sencilla y buen gusto, a este maravilloso ser humano, mi eterna gratitud.

La música ha impedido que sepa lo que significa estar aburrido o solo, ella te acompaña en tus horas más bajas o en los momentos de inmensa alegría, pero sobre todo, jamás dejará de sorprenderme, que nunca repite la misma emoción.

Para no dejarlos con la sensación de que en esta ocasión no hablaré de nuestros amados candidatos, ¿no les encantaría saber qué tipo de música escuchan? Pues no sólo de libros se alimenta el alma, si es que alguno de estos impresentables lee algo más que noticias falaces, y con la condición de que hablen bien de ellos…

¿No creen que si un día se dedicaran a hablarnos de su propuesta y su experiencia cultural, los podríamos evaluar mejor? Ojalá fuera posible que además de todas las burradas que son capaces de decir -y parecen no tener límite- nos hablaran de cómo piensan proponernos también la belleza, el arte, en fin, qué piensan de forma sencilla de algo tan importante como la música, antes de hablarnos de pactos inconfesables o absurdos similares y conexos, ¿sabrán que preferimos escuchar a José Alfredo antes que sus spots? Lo dudo.

PD. Dios hizo a mano tres cosas:

La Mujer.

El jugo de naranja.

La música.

Redacción LFM Opinión

Redacción LFM Opinión

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