PARRESHÍA

Primero de Mayo

Primero de Mayo

Foto Copyright: lfmopinion.com

Los mercados laborales han cambiado desde que EUA rompió el pacto de Bretton Woods en 1971.

Primero de Mayo, ¿sabrá Fox lo que hoy se conmemora? La pregunta no es ociosa, en Estados Unidos, país donde tuvo origen el motivo de la celebración, pocos saben de éste; y es ese origen el que ha impedido que el día sea comercializado como el de la madre y tantos otros que rigen el calendario comercial de nuestras sociedades secuestradas por el consumismo irracional.

Al régimen de propaganda que controla pensamiento y estados anímicos del mundo, o, mejor dicho, que controla nuestro autismo, no le conviene que se sepa o recuerde la razón del día del trabajo. Sin embargo, el problema no radica en si Fox sabe o sospecha qué se pueda celebrar hoy.

El cuestionamiento deviene ocioso ante la contundencia omniabarcante de la ignorancia foxista, entendida ésta en pareja. No, el problema radica en si nosotros aún no lo hemos olvidado y si el régimen de propaganda ha logrado desvalorizar del todo el trabajo y los sentimientos de solidaridad social de cara al capital globalizado, tan omniabarcante como la ignorancia de la pareja presidencial.

Los mercados laborales han cambiado desde que EUA rompió el pacto de Bretton Woods en 1971; éste promovía liberalizar el comercio, estabilizar las tasas de intercambio y regular y controlar los movimientos de capital. El sistema permitió a EUA ser el banquero del mundo al tiempo de beneficiarse con las enormes inversiones de la reconstrucción del Plan Marsall. En 1971, cuando a EUA ya no le convino el papel de banquero mundial desmanteló el sistema; las divisas fluyen desde entonces sin control, en aquel entonces las enormes divisas generadas por los precios del petróleo inundaron al tercer mundo dando inicio al control vía deuda externa, que desde entonces lo tiene sometido. Sin duda los avances cibernéticos y comunicacionales fueron de singular ayuda para la explosión de flujos de capital.

En 1970 el 90% de las transacciones tenía relación con la economía real, ya en 1995 se estimaba que el 95% de ellas era de carácter especulativo y, además, de corto plazo (el 80% a una semana o menos). La liberalización financiera, al privilegiar la especulación, ha producido un bajo crecimiento y una caída sin igual en salarios y prestaciones sociales.

En EUA, según cifras de 1990, una familia típica dedicaba quince semanas más de trabajo al año que veinte años antes con ingresos similares o menores a los de esa época. Los flujos de capitales sin control alguno han generado una verdadera tiranía privada por sobre democracias y gobiernos; el capital global puede vetar cualquier política nacional que considere ponga o pueda poner en riesgo sus beneficios, por más benéfica que pueda ser para la sociedad en la que pretenda aplicarse.

Antes de entrar al tema de los mercados laborales a la luz de la tiranía empresarial globalizada, conviene apuntar, porque suele olvidarse, gracias a la magia de la propaganda, también globalizada, que hasta 1970 la economía mundial tuvo crecimientos sin precedentes tanto en comercio, productividad e inversión, como en medidas de protección social del Estado, hasta entonces, benefactor. Todo ello halló su fin con Bretton Woods, la liberalización de flujos de capitales y la flotación de las tasas de interés.

Resulta fácil culpar de ello a los gobiernos nacionales, los cuales no están del todo exentos de corrupción e inepcia, la suma de todas las ineptitudes (Ortega y Gasset dixit), pero vista en perspectiva, la economía mundial vio a partir de 1971 la explosión del capital especulativo y la quiebra de la economía productiva: menor crecimiento, menor productividad, menor inversión; tasas de interés más altas y más propias de un casino que de un sistema bancario; mayor volatilidad financiera y crisis recurrentes. La desigualdad también es mayor, si se compara al 5% más rico de la población mundial con el 5% más pobre, según datos del banco Mundial, la diferencia en 1988 era de 78 a 1; para 1993 era de 114 a 1; a la fecha se desconocen nuevas mediciones.

Bien, veamos los cambios en el mercado laboral. Gracias a la flexibilización, término orwelliano tras del cual se esconde la versión moderna de esclavitud, cada vez son menos los trabajos de tiempo completo donde el trabajador obtiene, salario, prestaciones y antigüedad; hoy los trabajos son por tiempos parciales, sin prestaciones y sin generar antigüedad. El trabajador ha dejado de ser empleado para ser una especie de autoempleado con diferentes compradores de sus servicios.

En ese contexto, la gente puede, sí, tener varios trabajos, pero ello en lugar de serle beneficioso le resulta perjudicial. Primero porque la suma de sus varios ingresos, nótese que ya no se habla de salarios, no implica forzosamente en un ingreso superior al de hace 20 0 25 años. Segundo, porque los pagos hora hombre, en una economía globalizada, son impuestos por los grandes consorcios trasnacionales en una dictadura globalizada. En alguna ocasión, el hoy Secretario de Economía siendo Gobernador de Nuevo León me decía que sí existía oferta de empleo en el Estado pero que la gente no se contrataba porque los salarios eran muy bajos y que, por otro lado, los empleadores no querían subirlos porque en Malasia y China eran aún menores y, en todo caso, preferían irse allá que "romper las reglas del mercado", reglas que ellos imponen con una autocracia que hace a Pedro el Grande parecer una pastilla de clorato. Tercero, bajo una estructura de tiempos completos la jornada no podía ser de más de ocho horas diarias, al romperse los procedimientos productivos en trabajos parciales, el individuo puede trabajar más de catorce o dieciséis horas al día sin responsabilidad de los patrones, ya que con ninguno las trabaja de corrido. Cuarto, bajo este esquema las cargas sociales, los pasivos laborales, como les llaman los empresarios para no utilizar el aterrador término de seguridad social, ya no corren bajo responsabilidad del patrón, quedando a cargo del trabajador que tendrá que tomar ahora de sus ingresos para pagar servicios médicos que, seguramente, presta otra empresa de sus múltiples empleadores.

El sistema, pues, liberó a los patrones de las cargas sociales y les amplió la oferta de mano de obra barata, los horarios de trabajo y la autocracia propia del empleador. El sistema, también, ha carcomido las estructuras sociales de solidaridad comunitaria, el individuo hoy, viviendo en grandes urbes, se halla más sólo y abandonado que el del medioevo que vivía en pequeños villorrios aislados pero compenetrado orgánicamente a su comunidad.

La familia es, sin duda, la primera en resentirlo: dado que el salario del hombre resulta insuficiente para proveer a su familia, la madre y los hijos mayores han tenido que salir al mercado de trabajo, lo cual ha incrementado la demanda de trabajo y posibilitado pulverizar aún más los salarios. La familia se ha desintegrado sin lograr con ello la satisfacción mínima de sus necesidades, porque allí radica el otro ingrediente de nuestra miserable situación: un hombre con tiempo libre es una amenaza para quienes detentan el poder y la riqueza. Un hombre con tiempo libre piensa y si piensa se pregunta sobre su situación y toma conocimiento de la misma.

En ese tenor, el hombre actual no puede tener espacios de ocio, o al menos de ocio productivo. Hombre y mujer, pues, trabajan hoy más horas sin mayor salario y sus ingresos son sólo de subsistencia, mientras sus hijos crecen fuera del hogar familiar. Cuando hombre y mujer llegan a su casa carecen de fuerzas para cubrir los mínimos requerimiento de atención y cariño de los suyos. Además, es tal su hartazgo que lo único que ansían es escaparse un momento de su horrible realidad. Para ello tienen la televisión y las drogas (perdón por el pleonasmo). El mercado laboral se ha hecho uno, el trabajador norteamericano compite con el mexicano y con el chino a la vez. ¿A dónde se monta la planta empleadora? Donde mejores condiciones económicas se presten.

En China los salarios son de los más bajos del mundo, las condiciones laborales peor que carcelarias y las regulaciones ecológicas inexistentes, ergo, las plantas se instalan allí. Las noticias de cientos de trabajadoras muertas por incendio de una fábrica de ropa de la que no pudieron salir porque las ventanas tenían rejas y las puertas cadenas nos habla de las condiciones laborales de ese mercado laboral ideal.

En ese tenor, los trabajadores se ven forzados por la vía de los hechos de aceptar las condiciones que imponga el empleador; los sindicatos corren el riesgo de ser proscritos, las condiciones de higiene, horario, seguridad, capacitación, vacaciones, descansos, etc., mínimos definidos por la Organización Internacional del Trabajo, están por volverse los peores enemigos del trabajador, ya que empleador que las observe se saldrá del mercado y, por ende, del control globalizado de la dictadura empresarial trasnacional. Nunca como antes el pasado nos es tan presente. Por eso la necesidad de operar una reingeniería de la historia.

Nunca el acasillamiento porfiriano nos fue tan cercano, los mártires de Chicago tan familiares, Río Blanco y Cananea tan presentes. Por eso creo que Fox no sabe lo que hoy se celebra, menos aún el cristero trasnochado de Abascal. ¿Lo sabremos nosotros?


#LFMOpinión
#PrimeroDeMayo

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

Sigueme en: