ELECTOGRAMA

Casilla única

Casilla única

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La eficacia es posible

Texto de Javier Santiago Castillo


Publicado en @Time



La experiencia de 2015 con respecto a la operación de la casilla única arrojó más dudas que certezas. Y es que, la tarea de determinar si ésta cumplió con los objetivos por la que fue diseñada, es compleja. Sin embargo, considero que existen aspectos que podrían ayudar a este modelo a consolidarse dentro del andamiaje institucional. Esto, claro, no solo con miras a la elección del próximo primero de julio de 2018, sino para los procesos venideros.

Para ello, es necesario precisar que la aplicación de este modelo, no es una idea de reciente manufactura. Este mecanismo se ha venido implementando en los estados de Guanajuato (1996-1997; 1999-2000; 2008-2009), Jalisco (2002-2003), Nuevo León (1996-1997), San Luis Potosí (1996-1997); y Colima. Siendo este último el caso más notable, ya que desde el proceso electoral 1990-1991 el otrora Instituto Federal Electoral (IFE) y el Instituto Electoral del Estado de Colima (IEEC) se han coordinado para la instalación de casillas únicas en 8 procesos electorales concurrentes, presentando leves modificaciones entre cada uno de ellos.

Lo advertí antes y lo menciono ahora, la eficacia de la casilla única depende de actividades previas y subsecuentes como la elaboración de la documentación electoral, la capacitación, el escrutinio y cómputo in situ, la distribución de los paquetes electorales y la realización de los cómputos en los consejos distritales federales y locales y en los consejos municipales.

En consecuencia, la coordinación entre autoridades electorales debe perseguir como objetivo principal la eficacia de la organización y la correcta utilización de los recursos materiales y humanos destinados a tal fin. La experiencia de 2015 está marcada por el retraso en la firma de los convenios y definiciones tardías sobre aspectos financieros. Para mejorar, el INE como autoridad responsable debe establecer con antelación y con estricto apego a la legislación federal y local, convenios con los organismos públicos locales, a fin de determinar con precisión las competencias de cada uno con respecto a la integración de la casilla.

Otros dos aspectos relevantes a mejorar son el diseño y revisión de los documentos electorales y la capacitación. En lo referente a la documentación electoral debe de valorarse la opinión de los institutos locales, para evitar deficiencias como las presentadas en Coahuila el año pasado, que dificultaron el cómputo y ser ágiles en la absurda validación que hace el INE de esa documentación. Lo cual retrasa la elaboración de los materiales de capacitación local y en consecuencia lleva a deficiencias en la misma.

Lo que se ha convertido en una obsesión para el INE es la "toma fotográfica del acta PREP casilla". Ya hasta se modificó el reglamento de elecciones, que está impugnado y espero el tribunal no valide. Desde mi punto de vista, nuevamente el INE está rebasando su ámbito de atribuciones al reglamentar mecanismos que no están en la ley. Los esfuerzos de innovación siempre serán encomiables, pero en este caso implica actividades extraordinarias para los CAES, por pequeñas que sean pueden distraer de actividades sustantivas si establecidas en la ley.

Es por ello importante recoger y valorar las experiencias con cada una de estas entidades, para determinar las posibles mejoras y detectar a tiempo los conflictos, pues la realidad política nacional así lo demanda. La tarea no consiste en asumir el control del proceso, sino en delegar responsabilidades y coordinar procedimientos operativos de manera precisa. El INE deberá establecer una comunicación eficaz con los Organismo Públicos Locales, a fin de atender oportunamente cualquier situación que vulnere la operación electoral.

Un punto central es el relativo a la velocidad con la que el paquete electoral es entregado tanto a la autoridad nacional como a la local, entendiendo que su acumulación en "centros de recepción" es una manera poco práctica y legalmente discutible de dar cumplimiento a lo que las leyes general y locales disponen al respecto. El caso más sensible es el de la Ciudad de México, en donde los cómputos distritales inician al término de la propia jornada electoral, con la recepción de paquetes, y no días más tarde.

Sin lugar a duda, la diversidad procedimental en materia electoral en cada una de las entidades con elección concurrente, así como la coyuntura política que vive el país, representan un complejo reto para el INE. Pero estoy cierto que, mediante una adecuada planeación y, sobre todo, coordinación entre autoridades electorales, el modelo de casilla única logrará aceptación. Tal vez el 2018 no será el mejor escenario para valorar esta afirmación, pero en la medida en que exista voluntad institucional, se presentaran sin duda avances promisorios.


*Profesor UAM-I,

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Redacción LFM Opinión

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