SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL

LA CIVILIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte IV.

LA CIVILIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD INDIVIDUAL. Parte IV.

¿En dónde se fractura el Estado de Derecho?

Las naciones cuentan con un marco legal que, en teoría, rige las relaciones humanas y las aquellas entre gobernantes y gobernados. Inclusive en los países que viven bajo una dictadura, sea por demagogia u opresión, su derecho positivo está latente en la vida de la gente.

Definir al Estado de Derecho en términos absolutos sería labor polémica cuando se trata de atender a perspectivas políticas, ideológicas y/o religiosas de distinta índole. Podría ser infructuoso dado que la relatividad también aquí aplica. Pero nuestro propósito es concentrarnos, por ahora, en la sociedad en la que vivimos, en la mexicana. Nada más.

Por tal motivo es posible coincidir que el Estado de Derecho es el conjunto de normas jurídicas formuladas por la mayoría de los ciudadanos de una nación, que representados por sus poderes legítimos constitucionales, establecen condiciones y limitaciones en el vivir cotidiano de sociedad, mediante un orden de derechos y obligaciones que tutelan las libertades, los derechos universales, la igualdad, justicia y progreso – claro, de modo ideal.

Es entonces que uno de los elementos destacables radica en la capacidad de que las normas sean coercitivas y que ante su desacato proceda una sanción - conforme a lo que los propios ordenamientos jurídicos establezcan.

El tema puede ser amplio como para dedicar textos extensos a su estudio, pero nos concentraremos precisamente en la parte coercitiva. No porque el castigo sea la solución de los problemas que nos aquejan, sino porque la ausencia de la sanción propaga la impunidad y ésta la destrucción del Estado de Derecho.

La impunidad en nuestro país se ha convertido en algo cotidiano, en algo usual: lo anormal es ya normal. Y que nadie se sorprenda de que sea así, porque es promovida tanto en las altas esferas del poder político y económico, como entre los ciudadanos de a pie – como nos llaman los políticos y los mercadólogos desorientados. Porque la aplicación de la ley puede ser hoy una mera reacción al capricho o a actos de venganza; que dependiendo del grupo en turno, de la administración en funciones y de los facultados para impartir justicia, su aplicación migra de la discrecionalidad a la irresponsabilidad.

Basta ver el número de delitos cometidos contra el número de denuncias presentadas, o la cantidad de denuncias presentadas frente a la consignación de responsables – y solo en lo concerniente en materia penal, siendo que en otras áreas como en lo civil, mercantil y administrativo la situación puede ser más grave. Al final todo ello contribuye a la impunidad y al deterioro del Estado de Derecho; contribuye a la descomposición social y a la dificultad de relacionarnos, convivir y vivir en sociedad.

Es muy común escuchar esa historia de los mexicanos que al pasar la línea fronteriza con los Estados Unidos de América, aprenden ipso facto a conducir su vehículo con tal decencia y apego a las normas, que sorprenden hasta a la familia misma abordo. Así como en su comportamiento al tirar basura, entrar a un comercio, caminar en la calle, etc.

- ¿La razón de ese cambio súbito de conducta responde a la civilidad, al respeto o a la preservación del orden?
- ¿Por qué unas horas antes no se tenía? –
- No. Responden al miedo a ser sancionados; al miedo a no tener defensa alguna ante una autoridad ajena que es capaz de cualquier tipo de castigo. –

En los últimos diez años hemos presenciado miles de casos que nos deben avergonzar como sociedad, entre ellos: a 49 niños fallecidos y 106 seriamente lesionados por la Guardería ABC; a 43 jóvenes desaparecidos por el caso Iguala - Ayotzinapa; a 19 infantes, dos profesoras y cinco trabajadores muertos en el Colegio Rébsamen, y a 5 fallecidos y 40 heridos del Tec de Monterrey Campus Ciudad de México; a dos personas que perdieron la vida, padre e hijo, por una caída en un socavón en el tramo de la carretera Cuernavaca-Alpuyeca; a más de 250 mil muertos por la guerra contra el crimen organizado; y homicidios por doquier, violaciones, secuestros y más.

Lo más grave es que nada nos sorprende. Los medios ni se inmutan, solo informan en sus titulares de noticieros y desechan el seguimiento.

- Pero, ¿y los responsables? –
- Nadie sabe: no existe castigo.

La espiral de la descomposición parece no tener límite y el mal ejemplo cunde: exgobernadores y gobernadores que han desfalcado a sus estados, secretarios de despacho y funcionarios que consideran al hurto como parte de sus atribuciones ineludibles y presidentes que hablan de combatir la corrupción cuando están manchados en cada paso de su gestión. Procesos judiciales consumados con sentencias como la del Sr. Duarte, en la que le imponen 9 años de cárcel y una multa por $58 mil pesos – cuando a un campesino lo pueden sentenciar a prisión por el mismo lapso por un delito menor y a cualquier ciudadano con $403 mil pesos de multa por volar un dron sin licencia. Nos resta preguntar:

- ¿Es esto Estado de Derecho? -
- ¿No es entonces una evidente descomposición social? -

Dejemos a un lado la indignación si nos roban el celular, el automóvil, la casa: todo eso carece de importancia. Es más, en esa común reacción de mediocres, sumisos, cobardes y perdedores digamos: "lo bueno es que no pasó a mayores". Y de los abusos, el mal servicio o mal trato por parte de prestadores de servicios, en nuestra posición como clientes, limitémonos a darles las gracias y esperar a que la entropía del sistema continúe.

Cierro diciendo, por complacencia, omisión o permisión, también se tiene responsabilidad frente al gran jurado social y de cara a la historia; y recordemos que así, estamos educando a nuestros hijos. Somos todos responsables y culpables: con honestidad y valentía lo debemos comprender.


"Saber qué está bien y no hacerlo implica falta de coraje."

- Confucio -

Hugo Rodriguez B.

Hugo Rodriguez B.

Nací en Tlalpan, Distrito Federal y cursé tres licenciaturas: en Comunicación, en Derecho y en Economía. La Maestría en Administración y el Doctorado en Ciencias. Adicional a mis actividades académicas, destaqué en los ámbitos deportivo y profesional. Deportivamente, ascendí en dos ocasiones al Monte Everest y soy el único ser humano que sobrevivió una noche en las inmediaciones de la cumbre sin oxígeno, tienda de campaña ni sleeping bag, situación de sobrevivencia que me fortaleció en disciplina y determinación para lograr todo lo que me he propuesto en la vida. Adicionalmente crucé a nado en dos ocasiones el Canal de la Mancha. Además tengo el récord mundial de larga distancia en nado de mariposa de 70 kilómetros de Cozumel a Cancún. Fui galardonado con el Premio Nacional del Deporte en 1986 y el Deportista del Siglo en el año 2000 (con 55 deportistas más de diversas disciplinas). He sido considerado como uno de los deportistas de extremo y alta resistencia más destacados del mundo.

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