POLÍTICA

Entre lo caro y lo ilegítimo

Entre lo caro y lo ilegítimo

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Del modesto IFE inaugural al versallesco INE de hoy media la legitimidad perdida

A Roberto Fagoaga, por su fiel y exigente lectura.

La primera vez lo oí de Emilio Chuayffet, a la sazón candidato de tiempo completo al gobierno del Estado de México y en sus ratos libres Director General del IFE: "la democracia, dijo en conferencia de prensa, es cara".

De entonces a la fecha el aserto es axioma.

Pero no hay axioma que dure cien años. ¿Es realmente cara la democracia? Hoy y aquí lo es, pero ¿tiene que serlo siempre y en todo lugar?

Puesto de otra manera, ¿no será cara porque así le conviene a algunos?

No dejo de pensar en las cuentas verdes con que los partidos se sirvieron los tiempos oficiales del Estado, supuestamente para ahorrar dinero que antes pagaban a los medios por su emética propaganda. Hoy monopolizan tiempos en radio y televisión y sus gastos no han dejado de crecer. Lo mismo se nos dijo con el absurdo constitucional y federalista de centralizar la organización electoral, "salen muy caros los organismos estatales, centralicemos todo y la democracia será más barata", se nos dijo como argumento de venta. Hoy las elecciones están centralizadas, pero los partidos reciben el mismo monto por prerrogativas del INE que por los Estados y los organismos estatales nos siguen costando.

No creo que la democracia tenga que ser cara, la hemos hecha estúpidamente cara, pero no tiene porqué serlo.
Significa esto que haya que matar de hambre a los partidos. No, como toda organización requiere de recursos para operar, pero una cosa es contar con la energía necesaria para moverse y otra la obesidad obscena de sus sin medidas.

Lo mismo podemos decir de las autoridades electorales, del modesto IFE inaugural al versallesco INE de hoy media la legitimidad perdida.

No deja de ser paradójico. Lo que se buscó con el IFE fue sacar a los partidos del órgano electoral. Es cierto, al que se buscaba sacar era el PRI que en la última Comisión Federal Electoral (antecedente inmediato del IFE) contaba con más votos en la mesa que el resto de los allí sentados, incluidos los representantes del Gobierno y el Notario.

Pues bien, los partidos lograron apoderarse nuevamente de los órganos electorales vía las cuotas partidistas y así imponer su voraz agenda de la economía de los partidos. Al tiempo de engordarlos de funciones hasta hacerlos infuncionales e ineficaces estructuralmente hablando, y personalizarlos con Consejeros y Magistrados productos del mercadeo de cuotas cada vez más desdibujados, pequeños e indefensos.

Hoy nos encaminamos a la tormenta electoral perfecta del 2018 con instituciones de papel y autoridad inexistente.

¿De qué le servirá a instituciones electorales y partidos políticos el dinero que solicitan para el 2018, frente a una ciudadanía que no les quiere y menos les cree?

¿Qué es más caro, el costo de nuestra democracia o de su deslegitimación?

Mañana que la casa esté en llamas y se requieran de instituciones y personajes que hagan frente al incendio, sobrará dinero, pero con éste no se surtirá el agua, las mangueras ni los bomberos requeridos. Entonces valdrá contestarle a Chuayfett: no, la democracia no tiene porqué ser cara, es más, para ser popular y ciudadana debe ser económicamente accesible a todos. Caro es un sistema de partidos obeso, voraz e insensible; caro es el gigantismo institucional y disfuncional electoral; caro es el negocio electorero y las burocracias partisdistas; caro son instituciones desbordadas en manos de enanos; caros son los aprendices de brujo metidos a políticos; caros son los depredadores entronizados en Gobernadores y funcionarios públicos; cara es la política reducida a la publicidad; cara es la democracia sin legitimidad.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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