POLÍTICA

Antipeñismo

Antipeñismo

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Hasta el antipeñismo deber tener límites

Lamentable que hasta en nuestros enojos seamos mezquinos.

Escribo sobre Trump y me reclaman ¡defender¡ a Peña o caer en su garlito de ocultar tras aquél su gasolinazo.

Triste que para estas personas México no pueda estar más que monoirritado; sin poder atender más de un problema a la vez y sin que pueda haber más de un riesgo y más de un culpable en nuestras vidas.

Tocar el tema de Trump no anula ningúna otra circunstancia de nuestra realidad; señalar sus excesos no nos salva de los de otros. Pueden existir y de hecho coexisten en la realidad múltiples problemas, temas y situaciones.

No defiendo a Peña Nieto; pero hasta el antipeñismo deber tener límites.

Cuando lo "anti" carece de fronteras, deja de ser postura para convertirse en enfermedad.

A veces creo que estas personas están tan indoctrinadas en la religión antipeñista que sacarlos de "su" mantra es expulsarlos del paraíso. Allí se sienten cómodos y encuentran sentido a su vida. Qué bueno, pero hay vida más allá del antipeñismo. Aunque no lo crean.

No seamos como el cuento del lobo en el que nadie creía hasta que se les apareció. El lobo existe y es verdadero; que nuestras fobias no nos impidan verlo.

Jaspers decía: "Cuando se está insatisfecho de sí mismo, entonces otro debe tener la culpa. Cuando se es nada, se es, por lo menos, "anti".

Trump es una amenaza real para México y para el mundo. Aquellos que sólo tengan alcances para su antipeñismo que gocen la yunta a la que se han atado, yo por mi parte estoy obligado y deseo beber todo el cáliz de este fin de era, así arda en ello.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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