POLÍTICA

Razón, no autoridad

Razón, no autoridad

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Pecar de lo que se pontifica para otros

Cesar Camacho pontifica desde el umbral de su salida: quien me suceda al frente del PRI no debe aspirar a ser candidato a la Presidencia de la República.

Le asiste la razón, más no la autoridad.

Desde su presidencia construyó su acceso a la Cámara de Diputados por la vía plurinominal y, en las alforjas de dicha diputación, el liderazgo de la fracción parlamentaria priista.

Se me dirá que no es lo mismo; pero sí parecido, habré de contestar.

Igual hicieron Madero desde el PAN y en condiciones diversas Zambrano desde el PRD, porque éste ya no era Presidente de dicho instituto cuando llegó a sus listas de representación proporcional.

Las dos primeras candidaturas, al menos, presentan a sus partidos sendos conflictos: ¿Cómo no nombrar líder de la fracción al Presidente saliente? Ni modo que pasen de presidentes nacionales a diputados del montón.

En otras palabras, Camacho, Madero y Zambrano, utilizaron sus presidencias para construirse (¿imponer?) un seguro de desempleo de lujo y de poder.

A los tres, sin embargo, los rendimientos electorales les fueron adversos y ahora qué hacer con ellos es la única pregunta posible. Martínez Cáceres, al menos, tuvo en su momento la hombría de bien de renunciar a la Presidencia del PAN y, por supuesto, tampoco la aprovechó para forzar futuros acomodos.

En fin, Camacho se muerde la lengua, porque mutatis mutandi utilizó la Presidencia del PRI para construirse una doble candidatura, a diputado y líder de su fracción. Al hacerlo colocó a su partido y al Presidente en la encrucijada de cumplirle su autodestino o hallarle una salida digna y compensatoria.

En ambos casos, pecó de lo que pontifica para otros.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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