PARRESHÍA

La afrenta es el mensaje.

La afrenta es el mensaje.

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El peñismo no construye camino, sino socavón.

La afrenta es el mensaje.

La inoportunidad es imperdonable.

Mentar la soga en casa del ahorcado cuando ésta arde en llamas es demencial y suicida.

Si hay algo sensible e incendiario hoy en México es el tema de la impunidad ante la corrupción, aderezada con un uso nada riguroso de los instrumentos de la procuración de justicia.

Pareciera que al encargado de la PGR lo nombraron para hacer el ridículo y enardecer a la ciudadanía.

Qué urgencia había de dictar la no acción penal en uno de los numerosos expedientes contra Cesar Duarte, precisamente cuando la Procuraduría es objeto de serios cuestionamientos y el mayor de los desprestigios.

Si se iba a anunciar, por qué hacerlo descontextualizadamente. Para el público en general, Duarte fue exonerado del todo, porque a la PGR se le pasó aclarar, de entrada, que de las trece investigaciones que pesan sobre el sujeto, de las cuales ocho ya tienen ficha roja y proceso de extradición, solo en una, por cierto, iniciada muchos años antes de la llegada de Corral al poder, no se encontraron elementos de prueba para acreditar el ilícito.

Súmele usted el tema de la inspección policial sin orden judicial procesado en la Corte sin el debido manejo mediático ni traducción didáctica, y por cereza del pastel la filtración de que Ruiz Esparza hacía maletas para ir por al fuero convertido en impunidad.

Aunque Usted no lo crea, el mexicano más encabronado por todo ello debe ser José Antonio Meade. Fiel a su sino, el peñismo no le construye camino, sino socavón.

Hay en cada acción mediática del gobierno y en cada una de sus omisiones en el quehacer gubernamental una torpeza que acusa más alienación que descuido, torpeza o abierta estupidez.

Para colmo, la captura de uno de los más importantes eslabones de la investigación del caso Ayotzinapa quedó arrasado por el informe del Alto Comisionado de la ONU sobre torturas múltiples en las investigaciones del caso.

Bueno, hasta un mentecato como Santiago Nieto se les sube al ring con el enfermizo protagonismo que marca su carrera. Pero la culpa no es de él, sino de quienes le entregaron por cuota una institución sensible y luego no supieron cómo fulminarlo. Hoy, engreído, luces sus banderías y ánimos de venganza.

Es el karma de quien cree que se gobierna solo con percepciones, que el tiempo entierra los errores, que las cosas se resuelven solas, que más allá de Toluca no hay historia, experiencia ni vida inteligente.

No conozco a Meade y lo percibo de buena fe, pero no hay prestigio personal y familiar que alcancen para cargar las estupideces de una PGR delirante y los cadáveres insepultos de este gobierno que se levantan en racimos para cobrar afrentas jamás resueltas.

Pero ése es problema de Meade.

Preocupa que en esta elección se eche de menos el ingrediente elemental de toda democracia: gobierno.

Un gobierno sólido, respetuoso y respetado. La autoridad necesaria y confiable, atemperada y justa, que conduzca la nave con inteligencia, prudencia y maestría. La entidad por encima de todos los intereses, garante del interés nacional, del clima de libertades y derechos indispensables para la valoración de nuestras circunstancias, la confrontación de posiciones y la construcción de acuerdos. El centro de gravedad que permita el juego de los opuestos sin desatar el caos primordial. El responsable, a fin de cuentas, de la efectividad de la soberanía inmanente al pueblo.

#LFMOpinión
#PGR
#Meade
#Elecciones2018

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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