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Entre las pataletas y la rebatinga

 Entre las pataletas y la rebatinga

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México creo en ti.

El vate López Méndez escribió en su célebre "Credo" una primera estrofa que deslumbra por su certeza y candidez: "México, creo en ti, como en el vértice de un juramento. Tú hueles a tragedia, tierra mía, y sin embargo ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa es la envoltura de un dolor callado…"

Es la pandemia del coronavirus con miles de infectados, y enfermos, cientos de muertos y apenas iniciando el crecimiento acelerado hacia el cenit de la curva, con millones de enclaustrados y otros muchos que viven en situación de calle; en la pobreza, en la miseria. Con cerca de 400 mil nuevos desempleados que sobreviven propiamente de milagro y que disponen de poquísimos ahorros, cuando los hay, el país está viviendo incertidumbre y división.

La expectativa generalizada es de crisis económica y financiera a corto y mediano plazos, recesión, caída del producto, del consumo y bajos precios internacionales de petróleo, en otro tiempo la joya de exportación, menores ingresos por remesas y turismo; impuestos devengados no enterados, sobretodo de grandes empresas. En fin, una economía dependiente y subordinada, muy diferenciada, con un nuevo tratado trilateral muy cacareado pero dormido, de nulo crecimiento y con pagos comprometidos de deuda externa de alrededor de más de una quinta parte del PIB.

En este panorama, sobresale una profunda división entre los mexicanos, entre las fuerzas productivas y los diferentes actores de la sociedad frente a un gobierno que ha dado muestras de terquedad, de incapacidad para conciliar, aferrado a una aburrida monotemática conversación para combatir la corrupción y apoyar primero a los más pobres, sin alza de miras, imaginación, estrategias y acciones para reducir efectivamente la violencia, los asesinatos, para elevar la calidad y el nivel de vida de todos los mexicanos y consecuentemente que ha sido incapaz de construir con éxito o relativo éxito la unidad nacional para enfrentar la inclemente pandemia que, según los expertos epidemiólogos, mostrará sus peores estragos en las próximas tres o cuatro semanas porvenir.

No es exagerado insistir que la Patria está en peligro. En algunas regiones, Jalisco por ejemplo, ya hay manifestaciones a tal grado de descontento que en tiempos del general Cárdenas hubieran sido inaceptables y calificadas como sedición, con graves consecuencias correspondientes. En Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila se forma un frente para posponer el pago de impuestos y atrasar el entero de las cuotas obrero-patronales, no depositar el IVA y reconfigurar el pacto fiscal con la federación.
La verdad es que la incertidumbre, el coraje, la incredulidad y la división son los factores dominantes, aglutinantes frente a la crisis de sanidad y económica y financiera. La subsistencia está en riesgo.

En la mayoría de los países del mundo, pueblo y gobierno se unen, convencidos o no, de buena manera o a la fuerza para presentar un frente común y combatir la pandemia con el mejor éxito posible. Se trata de sumar los menores costos en términos de contagiados y fallecidos. La regla es hacer bien cada quien su trabajo, hacer lo necesario. Seguir las normas de higiene y quedarnos en casa.

Sin embargo, en nuestro país parece que cada quien hace lo que cada quien quiere, desde quién niega la existencia de la epidemia, hasta las verbenas en La Viga, las playas abarrotadas, las fiestas pueblerinas, los hospitales rebasados y en general el sistema de salud haciendo agua, antes de la madre de las batallas.

Un subsecretario destacado que dignamente encanece mientras la mayoría de los medios lo cuestionan para pegarle como si fuera piñata y los de siempre, los abusivos del sistema, los privilegiados de los sexenios pasados gritan que nada les parece, que todo está mal, que los fallecidos son mucho más, que no hay plan, ni capacidad alguna para enfrentar el virus, no hay suficientes equipos, ni tapabocas, ni ventiladores, ni protección suficiente para los médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud que están jugándose la vida en la primera línea de batalla.

Dramático es que en mucho tienen razón, tal vez no con la estridencia de sus obuses, pero nadie explica, por ejemplo, por qué vendieron materiales de control de la epidemia a China y luego los recompraron treinta veces más caros, cuando ya era urgente tenerlos y usarlos. Tal vez la diferencia sea de vida o muerte.

Ciertamente algunos hospitales han sido ya rebasados, muchos están infectados y como de costumbre la improvisación y la ineficiencia abonan más pobreza, sufrimiento y muerte.

En tanto, en lugar de estar unidos como pueblo, como Nación con valores e historia comunes para combatir la debacle y minimizar los riesgos, parece que hacemos todo lo posible por ahondar las diferencias. Se insulta, se llama al boicot. En verdad: cada grupo trata de sacar raja a su favor y el dinero alcanza cada vez menos. Sólo para lo indispensable, sin contar los intocables proyectos faraónicos de la Transformación.

El sistema de salud parece colapsado y sin capacidad para enfrentar la pandemia. La muerte está entre nosotros, los más viejos, los obesos, los diabéticos… en tanto, no habrá medicinas, ni vacunas, ni nada. Sólo la fortaleza de los médicos y enfermeras.

Mientas, el sistema financiero de los EUA informó recientemente que los depósitos en dólares de los mexicanos más ricos, en los 50 estados de la Unión, son de alrededor de 80 mil millones de dólares.

Como sabemos, en estas crisis de salud y economía financiera, unos sufrirán más y otros entre pataletas y rebatingas sacarán provecho… Ojalá que la crisis nos agarre confesados.

Y como escribió López Méndez, a pesar de todo: "México, creo en ti. porque escribes tu nombre con la X Que algo tiene de cruz y de calvario. Porque el águila brava de tu escudo Se divierte jugando a los ‘volados’ Con la vida y a veces con la muerte".





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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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