Los mexstadounidenses

Los emigrados a los EUA no la pasamos campechanamente. Son días de esfuerzo, muchas veces de dolor y nostalgia.

Sin embargo, enviamos remesas. Desde un país diferente, con otras costumbres, con distinta lengua, comida y amigos, amanecemos hablando español o pocho y con el tiempo, inglés acicalado.

Aquí existe discriminación y desprecio para los mexicanos en general, los que tenemos trabajo, la mayoría de las veces, es con menores sueldos y sin prestaciones normales.

La discriminación es muchas veces de los propios paisanos y el número de crímenes de odio en contra de los de piel café, brownies, wetbacks, spic o sucios, beaner frijoleros o bandidos, ha crecido en las últimas décadas.

Somos aproximadamente 40 millones (alrededor de 11% de la población total), con papeles y doble ciudadanía, y sin papeles o conocidos como ilegales.

Los poblanos y poblaciones de la región mixteca se concentran generalmente en Nueva York. Nueva Jersey y otros estados del noreste.

En Texas hay gente del Estado de México, Zacatecas, Guanajuato, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, CDMex, Veracruz y Coahuila y, junto con California, es lugar del mayor asentamiento de connacionales y un amplísimos intercambio familiar, comercial, educativo y cultural con México.

En California, hay gente proveniente de Baja California, Michoacán, Oaxaca, Sinaloa, Jalisco y otros estados del centro y sur de México, alrededor de 11 millones

Los Ángeles concentra más connacionales que Guadalajara o Monterrey.

Hay mercados mexicanos generalmente con productos ‘style’ relativamente más caros y que han permitido ganancias multimillonarias a sus dueños y socios. Los fabricantes de tortillas, queso artesanal Oaxaca y Cotija, por ejemplo, más otros productos tradicionales alimenticios tienen una gran demanda. Es el sabor de casa que tanto atrae.

Al mismo tiempo el mercado de metanfetaminas, heroína, opio, fentanilo, cristal, piedra y otras drogas está dominado por narcos, principalmente mexicanos, muchas veces con socios estadounidenses en la distribución. El estado de Ohio, por ejemplo, está ampliamente inundado de consumidores de todas las edades que mueren todos los días en números alarmantes por sobredosis.

Las cárceles en los estados fronterizos tienen creciente población de mexicanos, desde faltas administrativas mínimas hasta narcotráfico y diversos crímenes violentos. Junto con la población de afroamericanos o negros es la de mayor magnitud en números absolutos

Las remesas enviadas a México por nacionales a quienes se les negaron oportunidades para mejorar en su propio país, sumaron alrededor de 37 mil quinientos dólares en lo que va de este año de la pandemia (INEGI). Lo que significa un aumento de cerca de 25% de lo enviado en el mismo periodo el año pasado. La tendencia muestra un monto aproximado de remesas o envíos de dinero desde el exterior que pudiera acercarse a los 50 mil millones hacia fin de año. Las remesas son la principal fuente de ingresos de la Nación, más que la exportación de petróleo y el turismo.

¿A qué nos dedicamos los expatriados? En efecto, ya se sabe, como en botica, hay de todo. Siempre en busca de identidad en el sueño americano.

Existe una rezagada tipificación poblacional del Programa de Braceros desde los años cuarenta del siglo pasado, hasta su terminación oficial en los sesenta; cuando aparecieron César Chávez, Claudia Domínguez, Dolores Huerta y otros luchadores sociales que promovieron mejores condiciones laborales en el campo.

Hay campesinos y piscadores. Pescadores de temporada en Alaska. Vaqueros y muleros.

En la actualidad hay mexicanos de Nuevo León, CdMex y Jalisco en las ‘taco towers’ de Coronado.

Los hay ricos con doble nacionalidad y múltiples propiedades en el sur de California.

Hay empresarios grandes, medianos y pequeños.

Miembros del ejército y la marina, guardias costeros y pilotos comerciales.

Hay también agentes de migración y policías, de la border patrol y detectives. Ingenieros en minas y expertos joyeros.

Hay cocineros, meseros y capitanes, vendedores de vino, cuidadores de viejos y niños, estudiantes, dueños de taco shops y estéticas, algunos médicos y enfermeras, limpiadoras de casas, vendedores de casas y seguros, plomeros (que cobran como ingenieros), constructores y pavimentadores, académicos investigadores y diseñadores e influencers.

Hay artistas y cantantes. Fotógrafos, directores y guionistas.

Hay mercadólogos, administradores, periodistas, deportistas y expolíticos refugiados y otros más en cárceles o escondidos, ligados al creciente narcotráfico y contrabando de mercancías y personas.

Hay también algunos políticos incorporados en los partidos demócrata, republicano y liberal, con enormes aspiraciones de triunfo.

Vivir en la frontera puede ser también una ventaja, es una zona de menor desarrollo relativo, pero de mayor creación y diversión comparativas.

Conozco empresarios binacionales que han aprovechado con imaginación y talento las oportunidades de localización de ambos mercados. Aún cuando de este lado, aún se considera una desventaja el color obscuro de la piel y el uso del español, que en ocasiones se autoreprime para ser mejor aceptado y reducir prácticas de discriminación y abuso.

Los emigrados somos pitecantropus erectus mexicanish, promotores de remesas que generalmente somos difíciles de doblegar. Los obstáculos y desafíos se miran como cosa común de todos los días.

Mientras oímos El Huapango a muchos se les mueve el tapete y los mariachis siguen siendo muy populares, las telenovelas antiguas y modernas aún tienen buena audiencia, se prefiere televisión en español y viejas películas de la época de oro.

Cuando viajamos por tierra al interior seguimos soportando los chantajes y abusos de migración y policías, ya como un mínimo costo de oportunidad que bien vale el mole, el tequila, el mezcal, la res, el puerco y las gallinas con que nuestros familiares recibirán a los hijos pródigos, que acabando las festividades tradicionales regresarán al norte.

‘Another day another dollar makes the difference’. La competencia nos anima y pensando en los necesitados de allá movemos montañas o nos morimos en el intento o nos reinventaros otra vez.

Hay también del otro lado una creciente población estadounidense o gringa afincada ahí, donde alargan sus dólares con rentas menores y en general obtienen ahorros en el costo diario de vida. Muchos son veteranos militares, jubilados y enfermos o medio enfermos a los que ya no les alcanza fácilmente la mesada, pero viven felices sin las restricciones de ‘law and order’. Ahí vivió o vive aún el padre de Meghan, esposa del exprincipe Harry.

También hay campamentos de refugiados y migrantes de Centroamérica, el Caribe y otras partes inimaginables del resto del mundo, como algunos originarios del Sudán o Ghana.

En Tijuana hay varios albergues desbordados y en El Chaparral a unos metros de ‘la línea’, les cortaron la luz y los cercaron. Como en todo hacinamiento hay descontrol, enfermedades, abusos y miedo, mientras muchos nuevos niños ya son mexicanos.

En este ambiente se recuerda con coraje y desdén cuando se enjaularon a niños migrantes en cárceles trumpianas. No permanecieron ahí para siempre, aunque muchos fueron tatuados como los judíos por los nazis.

Un ejemplo notorio de asimilación han sido los haitianos en Tijuana, ciudad donde todos son bienvenidos, aunque el presupuesto nunca alcance. El pequeña Haití ya es una realidad fuera de la urgente emergencia.

Sin embargo, siempre conviene rezar, quedarse en casa o migrar al otro lado, por aquello del no te entumas, nunca sabes bien a bien que sucederá.

Mientras tanto, a partir del lunes 8 de noviembre se anunció la apertura de las garitas del Chaparral y Otay. El tiempo de espera para el cruce normal de sur a norte, pudiera ser de 4 horas o más.

Habrá que ser pacientes por estos rumbos, las aduanas aprietan cuando hay problemas en un lado u otro, y cuando quieren hacer sentir quién en realidad manda.

¿Cuándo aprenderemos que, a pesar de su existencia, la frontera es sólo una línea imaginaria, impuesta, movible, que algún día deberá desaparecer?


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