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La metamorfosis y la magia

La metamorfosis y la magia

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¿Cómo dejar a un lado lo anecdótico y enfocar los esfuerzos en lo sustancial y relevante?

En The Búnker, de obligada consulta diaria, se reprodujo recientemente, en fondo verde esperanza, la siguiente cita atribuida a Cicerón: “como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”.

¿De qué depende esa combinación asombrosa de aciertos y errores en la transformación?

Una oruga en mariposa. Una rapazuela en mujer. Un chavo banda en hombre de bien. Un iletrado en maestro.

Y al revés: un joven político destacado en un malandrín, una diputada en voraz truhan, un sacerdote en depredador, un expresidente en sinvergüenza, un pejePresidente en simbólica estatua destrozada, un exjefe ardilla en ridícula escatología twittera.

La evolución-involución-evolución al infinito.

Construir un mejor país es un trabajo de todos los días. Construir un mejor país es un asunto de todos, aunque se afecten intereses y algunos se conviertan en enemigos o adversarios permanentes u ocasionales.

¿Deben de prevalecer acaso las contradicciones obvias entre los muy ricos, las clases medias depauperadas y millones de desposeídos?

¿Cómo mejorar con eficacia la distribución inequitativa del ingreso y la riqueza? ¿Cómo reducir la concentración del progreso y bienestar?

¿Cómo generar mejores oportunidades de trabajo y productividad?

¿Cómo asegurar buenas opciones de seguridad a la inversión nacional y evitar su fuga y migración?

¿Cómo responder con eficacia a las críticas, incluso las reiteradas con insultos y descalificaciones de cantina?

¿Cómo convencer más allá del discurso mañanero que ha polarizado el ambiente con repeticiones absurdas, aunque siempre con sensible intención informativa y como valladar folclórico a las también reiteradas mentiras de los medios?

¿Será permanente la odiosa manipulación informativa ADN de la tele, los reporteros y periodistas más famosos, antes aceitados y hoy mágicamente reiterativos de la catástrofe?

¿Será la violencia condición inequívoca de la mexicanidad?

¿Estaremos permanente distanciados por diferente e irreconciliable interpretación de la Historia nacional?

¿Será parte de nuestro sino ser de los últimos en las competencias deportivas internacionales en juegos de conjunto?

¿Será la rapiña la definición pripanista por excelencia?

¿En sanidad pública, será Ómicron la ultima variable de enorme fatalidad?

¿Cuándo tendremos un sistema público de salud para todos de alta calidad y sin que la urgente necesidad por la utilización del sector privado lleve a la quiebra a la familia entera?

¿Dónde están las medicinas contra el cáncer? ¿Y las vacunas para niños? ¿Cuándo se acabarán los pretextos y las acusaciones a la distribución anterior?

¿Cuáles son las alternativas? ¿Haremos que cada una de las ellas dependa, sin moverse un ápice, indefectiblemente, de su propia visión, razón, compromiso y terquedad, por más absurdo que ello sea?

¿Podremos rectificar para avanzar?

¿Cómo dejar a un lado lo anecdótico y enfocar los esfuerzos en lo sustancial y relevante?

¿Seguirá la militarización ad nauseam?

¿La guerra verbal? ¿El encono y el odio?

¿La reiteración diaria, cuando menos de dos Méxicos irreconciliables? ¿El país de los privilegios frente a carencias elementales y generalizadas?

¿Cómo consolidar un gobierno de bienestar y calidad educativa frente a las carencias y raterías de los anteriores y la actual mediocridad de algunos servidores públicos de alta responsabilidad?

¿Cómo lograr una sana inteligencia emocional en la sociedad en su conjunto y avanzar en la satisfacción individual a pesar de la pandemia y evitar la depresión, ansiedad y frustración?

Es sin duda la certidumbre el principio de toda respuesta de gobierno y su vinculación social.

La metamorfosis es siempre a partir del ejemplo fundamental con buenos resultados. Nunca bastan las buenas intenciones.

Necesitamos cambiar y obtener ganancias de nuestra mejora técnica productiva, de organización y resultados.

Se requiere combatir con eficacia la inflación y consolidar el crecimiento, lo que es, sin duda, de enorme importancia.

Todos debemos de estar involucrados, comprometidos con pasión a hacer mejor lo que hacemos.

A ser mejores ciudadanos y dejar de lado la estulticia y la sinrazón por objetivos elevados de unidad y progreso.

Debemos de estar convencidos en la necesaria, urgente cruzada nacional contra la violencia y a favor del bienestar, más aún cuando parece que la cuerda se tensa por rumbos contrarios en cada intento de mejora y pacificación.

Cierto, en 200 años de independencia, liberales y conservadores nos hemos enfrentado de cabo a rabo con una visión distinta de gobierno y con distintos propósitos y estrategias.

¿Qué no es tiempo ya de jalar parejo contra la simulación y la ignorancia?

¿Qué no es tiempo de contar con un mejor sistema de información gubernamental?

¿Cómo mejorar los resultados en los Tres poderes de la Unión? ¿Y en los gobiernos estatales? ¿Y en los demás gobiernos locales?

¿Y qué hace la famosa y silenciosa Fiscalía, que parece siempre discreta, reservada y escondida?

¿Y un Instituto Nacional Electoral (INE), escurridizo y prepotente?

¿Qué no es tiempo acaso de contar con un sector privado nacionalista y solidario, con amplia responsabilidad social?

¿Qué no es tiempo ya de que el sector privado camine en armonía hacia un sistema generalizado de pago justo de impuestos, de precios y ganancias competitivos en beneficio del consumidor?

¿O, en cambio, será México el mágico y certero ejemplo de lo que dicen que dijo Voltaire: “Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo”?


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Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

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