Epifanías

Afecto y política

Afecto y política

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Hay que saber sacrificar a los amigos ante la responsabilidad pública.

Afecto y política. — Los afectos y la política nunca se han llevado bien. Y es que obedecen a dos circuitos de valoración. En política debieran privar los resultados eficaces, eficientes, oportunos y compartidos. En afectos, el apego, la amistad, el cariño, la necesidad del otro. El afecto acompaña, el ejercicio del poder aísla; el afecto reconforta, el poder pesa y atormenta. Así, tomar una decisión por afecto y no por sus consecuencias es el camino directo al infierno histórico de todo gobernante. Los buenos políticos, decía mi padre, son los que saben sacrificar a los amigos ante la responsabilidad pública. Conclusión: no se miden con la misma vara lealtad y capacidad. Una responde al afecto, la otra a los resultados.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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