Afecto y política
Afecto y política. — Los afectos y la política nunca se han llevado bien. Y es que obedecen a dos circuitos de valoración. En política debieran privar los resultados eficaces, eficientes, oportunos y compartidos. En afectos, el apego, la amistad, el cariño, la necesidad del otro. El afecto acompaña, el ejercicio del poder aísla; el afecto reconforta, el poder pesa y atormenta. Así, tomar una decisión por afecto y no por sus consecuencias es el camino directo al infierno histórico de todo gobernante. Los buenos políticos, decía mi padre, son los que saben sacrificar a los amigos ante la responsabilidad pública. Conclusión: no se miden con la misma vara lealtad y capacidad. Una responde al afecto, la otra a los resultados.
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