LETRAS

María Magdalena

María  Magdalena

Foto Copyright: lfmopinion.com

Nos queda la culpa de siempre. Vamos adelante, una vez más. Pero ellas no sienten más como ayer.

El conocido detective T. Perrin se enjuagó la cara, apenas pudo contener el vómito. Antes desató casi religiosamente las ataduras sangrantes de las manos de Magdalena. Se dió cuenta que la salvó de milagro. ¡Ave María Purísima!

La ambulancia llegó a tiempo y apenas con mínimo pulso la llevaron con sirena abierta al hospital. De inmediato la canalizaron y estabilizaron con un par de inyecciones de sangre, suero y una dosis de nitroglicerina y onaborulín. Vio que recobró brevemente el sentido, hizo un movimiento tal vez involuntario y movió los labios hinchados.

El cuadro era patético. Otra abusada. Otra mujer sola.

El aborto fue provocado. La sangre cubrió la vulva, las piernas, las nalgas. Las manos hechas nudos acarician la cara. Dejan una raya roja, seca en la frente. ¿Lo intentó? ¿Se persignó?

Era el atardecer cuando recibió la llamada de auxilio. Una vecina oyó y decidió su suerte. Apenas unos minutos después y el intento hubiera sido infructuoso.

Tres días después en recuperación la quiso entrevistar. Pálida, aún confusa y sin entenderlo todo, no se acordó bien de nada. Todo le dolía, hasta respirar.

El ya no quiso averiguar nada más. Sabía, le dieron una golpiza, la patearon mientras sin aliento gritaba, el grito ahogado apenas cimbró la tierra.

Intentó cruzar México desde Tapachula en busca de la tierra prometida. De niña se columpió en un tabachín cercano a casa y decidió que crecería muy cerca del tronco. La seguridad de sentirse protegida por el calor y el viento la hicieron refugiarse en esa misma sombra. Ahí fue violada al cruzar la frontera. Una línea absurda.

Ahí sintió rabia e impotencia. Cuando el amor no existe ni a palos se complace nada.

Toda la vergüenza de sentirse humillada mientras en su curso universitario de literatura comparada se emocionó con un par de sonetos admirables, lúdicos, provocadores.

Recordó al gran Lope: “A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos”… Se le antojó fumar, como ella lo haría, acariciándolo. Lejana, inalcanzable. ¿Por qué no dejaba de pensarla?

¿Serían acaso los besos?, esos despertares tan lejanos.

Se comprometió a vengarla. ¿Qué sádico sin vergüenza la maltrató por placer?

Recordó su cercano pasado. Un sólo balazo en la frente, púdicamente cubierta. ¿ Habrá sido por el engaño? Pagó con carcel hasta que lo rescataron y culparon al otro. Cuando menos hay siempre tres en el abismo. Uno se salva a veces y vive destrozado, añorando.

Entre tanta violencia se va uno acostumbrando. Ahora, en el presente, confió en su buena suerte.

Esta vez la había salvado.

¿Qué tendrán las mujeres que tanta pasión despiertan? Como si acaso uno pudiera parar de acariciarlas.

Así escribió Ruy Sánchez: “La boca que dice es sexo que canta”.

Quisiera salvarlas a todas. A todas regalarles flores y cubrirlas de versos y champaña. Pero sólo a una amaba, a la que en verdad tuvo. Las otras eran ajenas. Afortunadamente lejanas, inasibles. Y, sin embargo…

La misma historia de siempre. Va ocurriendo el desamor porque uno se ataruga. Porque muere el compromiso. Porque la vida se esconde y los estribos se pierden.

A veces queremos y ya no nos quieren. Como dijo Aladino, a fuerzas ni las babuchas entran, aunque parezcan ser de nuestro tamaño y medida.

Nos queda la culpa de siempre. Vamos adelante, una vez más. Pero ellas no sienten más como ayer. No es lo mismo. Perdiste. Ella piensa en otro. Y te vas quedando solo. Cada vez más desalentado, abandonado. Hasta que ya irreconocible aún para tu propia madre, eres ya un truhán cínico normal, igual a los otros, a los demás.

T. Perrin se levantó sudando de la enésima pesadilla. Tendría que buscarla, tendría que verla y decirle que aún hay salvación. Tienes que bañarte siete veces en el río Jordán y desear, amar, dejarme tocarte todo el tiempo. Es la renovación, dice La Biblia.


#LFMOpinion
#Letras
#T.Perrin
#ViolenciaDeGenero
#Mujer

Arturo Martinez Caceres

Arturo Martinez Caceres

Sigueme en: