Hacia un modelo de reconciliación

En el ambivalente y controvertido ambiente preelectoral antes del 24, parece que se está con la politiquería o con la transformación. Con la 4T o en su contra, con la razón o sinrazón. Con la justicia o la legalidad. Contra la pobreza o a favor de la acumulación.

Pronto habrá que definir: la guardia nacional civil incorporada al ejército tradicional, o no. Se debe abolir la prisión preventiva o no, la desastrosa educación en México será algún día, en verdad: gratuita, obligatoria, laica …y de calidad, o las secretarias delfinas del “ahorita” prevalecerán para dar atole con el dedo hacia alguna
gubernatura próxima como la del Estado de México. Estarán los tratados internacionales por encima de la Constitución, o sólo en lo que se refiere a derechos humanos, como no se cansan de repetir los neoliberales y sus voceros.

Y las corcholatas mostrarán algún signo de dignidad, repudiando la calificación a todas luces inapropiada aunque sea inspirada su nominación en una anécdota del
sucesor de Fidel, de Raúl Castro, el hermano y del ingeniero Rovirosa, exgobernador tabasqueño, como se explicó tan campechanamente en alguna reciente mañanera.

¿Qué ofrecerá Morena al enredado público expectante?

Y al interior de Morena, que cada vez parece más una sociedad eventual de equipos rivales próximos a destrozarse.

Y Alito disfrutará de los McLaren o irá a la cárcel. Cuál será el destino del gobernador de Tamaulipas cuando sea ex.

Y el hermano incómodo, otro Raúl, pero Salinas, seguirá usufructuando su condición de ejidatario nylon o será llamado a cuentas, lo que es ciertamente un sueño guajiro y se refugiará en Las Mendocinas, su paraíso terrenal.

Y el más alto responsable del crimen de Estado de Ayotzinapa será, siquiera, llamado a declarar, por más lejano que lo parezca, ocupado como está en cenar semidisfrazado con la guapa modelo de moda.

No se valen medias tintas y hoy no hay mucho espacio para la reconciliación, que es precisamente el camino por donde debiéramos avanzar. Único medio para fortalecer valores nacionales y enfrentar con éxito social la violencia, la inseguridad, la injusticia y la mediocridad.

En estos tiempos de pasto seco (como se escribió con buen tino en Rayuela) o de incendios en múltiples carreteras y pueblos (sin muertos, según presumen las autoridades locales), el país está urgido de actos de unidad.

Se trata de recuperar nuestro idioma para unificar. Y comentar todas las actitudes y acciones que correspondan para identificar nuestra calidad de mexicanos, de todos, para construir, en efecto, un mejor país, menos diferenciado, más unido y, en lo posible, sin promotores de odios.

Sobre todo, ahora que se avecina otra andanada de divergencias con nuestros vecinos del norte por las controversias energéticas, hidráulicas y el TMEC. El panorama se puede pintar aún más complicado y de los reclamos pudieran ser fácil transitar a las multas y aranceles de castigo para la industria doméstica nacional o a un triunfo histórico de congruencia y amistad.

Hay ya amenazas de ambos bandos y será difícil salir del atolladero sin heridas. En la frontera norte es donde primero se notan las averías. Cruzar la frontera se lleva mucho tiempo en espera, aún con la tarjeta de privilegio. Desde cualquier ángulo ahí se siente el primer apretón. Se aprieta en la línea y contribuye al desastre la incapacidad policiaca municipal.

Nadie sabe cuándo tendremos una frontera digna y moderna, como entre EUA y Canadá, por ejemplo. Menos cuando se padece una presidencia en Tijuana de reconocida incompetencia. Y una gobernadora en Baja California que merece palos en vez de aplausos.

Y en Zacatecas los incendios son un día sí y otro también. A Tulum los gringos tienen oficialmente prohibido viajar que es que por las balaceras y las drogas. La alerta se extiende a todo Quinta Roo y a buena parte del resto del país.

La mayor parte de los mexicanos nomás mirando mientras las narcobandas mandan y se aposentan en donde pueden, haciendo gala de su poderío y armamento. En estas circunstancias cómo se antoja votar por pacificar el país a como dé lugar, más allá de la propaganda y del terrorismo.

En cuanto a la prisión preventiva habrá que considerar que son miles los que siguen después de muchos años en las cárceles sin juicios ni consecuentes sentencias. El poder judicial que le debe mucho a la nación, se ha convertido en fuente de corrupción y abuso. Los hoyos negros de los jueces y magistrados son como los del universo, dominados por abogados huizacheros, cuando los hay, defensores de mugre y media, previa comisión y pagos por debajo de la mesa.

Los antiguos decían: jamás caerás en un ministerio público. Deja el reloj, deja la cartera, pero no dejes la vida. Todavía hoy es cierto ese aserto.

Mientras tanto, la fiscalía autónoma con discreción dormita y sigue a paso de tortuga quién sabe hacia dónde.

Y el Instituto Nacional Electoral (INE), que se precia de ser autoridad valladar y soberana, es en realidad la empresa organizadora de elecciones más costosa del mundo, aunque no siempre imparcial, se sabe que le ha dado sus ayudadas y simpatías a la derecha pripanista émula de Vox.

Y el Sistema de Administración Tributaria (SAT) ya es centro de elucubraciones y políticas de verificación a ausantes, para incrementar la recaudación y evitar la extendida defraudación, que se generalizó enquistada en el ADN nacional.

Sin embargo, las críticas no mengüen, a pesar de la política pública de no incrementar la deuda y mantener un tipo de cambio estable. Se pinta, al mismo tiempo, el panorama de debacle generalizado, se archivan las decisiones de inversión y se avizora el fracaso gubernamental, hasta el ridículo.

Por ello, urge combatir la manipulación informativa que tanto daño le ha hecho al país y que es repetitiva, ensordecedora, con exageraciones y mentiras. Hemos transitado del horizonte hacia la felicidad y viabilidad estatal moderna al miedo, a la revancha social y a la posibilidad de la fractura, tal vez auspiciada desde el exterior. Y como siempre, la mayoría de los mexicanos seremos los últimos en enterarnos de la verdad.

No todo está perdido, aún pudiéramos entre todos, o casi todos, enmendar el rumbo de la confrontación y en un golpe de timón navegar hacia el bienestar y progreso fortaleciendo nuestra democracia que tanto trabajo ha significado al través de los años.

Una democracia que garantiza el tránsito hacia el primer mundo, sine qua non para formar parte del club de los desarrollados. Una condición esencial para avanzar, para mejorar, para vivir con prestigio internacional y sanidad mental.

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