Epifanías

Entre energúmeno, quimérico y miserable

Entre energúmeno, quimérico y miserable

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La muerte apenas empieza a brotar de entre el lodo y los escombros, y la morbilidad crece por segundo en riesgo de un más que anunciado desastre sanitario.

Claves del delirio. — Ayer “no nos fue tan mal”, pinches zopilotes, buitres carroñeros. Total, ¡qué son unas cuantas decenas de muertos!

Poco le importa que la muerte apenas empiece a brotar de entre el lodo y los escombros, y que la morbilidad crezca por segundo en riesgo de un más que anunciado desastre sanitario. Tampoco que cada muerto sea un hogar vacío, una madre sin sus hijos, una orfandad, una viudez, una ancianidad en el abandono. Qué más le da, alegrémonos todos: "Ya no es como antes", como si la muerte no fuera siempre muerte y la ineptitud siempre fatal.

Hoy su delirio amaneció positivo: “No habrá amarga navidad en Acapulco”, las familias van a estar “muy contentas”. Mientras las familias tienen que velar entre fogatas para defender sus propiedades de noche y deambular de día en busca de un mendrugo, una gota de agua, un signo de la existencia de un Estado nacional, realista, presente y efectivo.

No sé que López aborrezca más, si el energúmeno o el quimérico.

PS. — Aunque al final salió con que mejor la Corte ceda graciosamente sus fideicomisos para Acapulco. O sea: no hay los recursos que dijo tener disponibles y mete a la Corte para que las mentadas sean para ellos y no para su gobierno. Entre el energúmeno, el quimérico y el miserable, odio más al último.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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