Epifanías

Operación Cuidado con los Huevos

Operación Cuidado con los Huevos

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Incluso se valoró llamar al carnal Marcelo de regreso.

Operación “Cuidado con los huevos”. — Aquella madrugada la patria se halló ante un problema de envergadura sólo a la altura de la entereza de la 4T. Un reto, dirán los historiadores, sólo digno de sus capacidades. El Gabinete de Seguridad fue convocado de emergencia. Los rostros de sus integrantes expresaban alarma. En el Cuarto de Guerra posiblemente más difícil que haya enfrentado Nación alguna, el aire se cortaba con cuchillo. El tiempo, además, inclemente y soberbio, no obsequiaba espacios para alargar la decisión. Se revolvieron todos los anales de desastres naturales mundiales; fueron peinadas de ida y vuelta las Memorias del extinto FONDEN; la sabiduría misma de nuestro haber castrense poco pudo aportar; nuestras embajadas entraron en Código Rojo y hurgaron en las experiencias trasfronteras. Al Gabinete fueron convocadas las mejores mentes de la 4T, pero hasta Epigmenio, Citlalli y la misma Jesúsa se mesaban los cabellos. Eran, dijeron, como tener el corazón sumergido en salsa de chile. Incluso se valoró llamar de regreso al carnal Marcelo. No hubo opción ni escenario que no fueran analizados, presupuesto ni logística que no pasaran bajo la más exigente de las valoraciones; hasta a la Inteligencia Artificial y a la sabiduría de "Marianita" hasta Nuevo León se acudió. El tiempo apremiaba y finalmente se tuvo que tomar una decisión. Momentos como aquel son los que marcan el rumbo de la historia e imprimen el carácter y la reciedumbre del verdadero estadista. A Andrés Manuel no le tembló la mano y decidió que los huevos para los damnificados de Otis fuesen transportados en empaques para huevo, en cartones para huevo, pues.

La Patria había sido salvada y una vez más habían hecho historia juntos.

Esa mañana las armas nacionales se vistieron de gloria.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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