PARRESHÍA

Filtraciones

Filtraciones

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Triunfa la ruindad.

Se aplauden las filtraciones cuando debieran condenarse. La filtración pervierte la justicia al prostituir el juicio que debe dirimirla. La filtración acusa, desacredita y condena al mismo tiempo, sin proceso que admita defensa, ni sentencia que acepte apelación.

La filtración anula a la ley, al juez, al procedimiento, al acusador y al acusado; sólo queda la filtración y al por ella condenado. El filtrador no busca justicia, sino culpable a fulminar; la culpa es lo de menos. La filtración pervierte la igualdad de las partes ante la ley.

A la justicia no se presenta una controversia a resolver, sino una presión desmesurada para castigar a una parte mediáticamente condenada. Si el juez respeta garantías procesales o absuelve, se le filtrará acusación de connivencia y venalidad. El acusado no se somete a la justicia con la garantía de ser considerado inocente hasta que se demuestre lo contrario, llega públicamente desacreditado, de manera que sus argumentos, defensas y pruebas estén negativamente prejuzgadas. El acusador se ve abstraído de su responsabilidad legal: no da la cara, no sostiene nada y nada tiene que probar, sólo filtra. Sin acusador y acusación ¿de qué, cómo y ante quién se puede defender el victimado? No puede. De eso se trata.

La filtración pervierte a la opinión pública manipulando sus humores y obnubilando su raciocinio. La filtración pervierte a los medios al explotar su acrítica y amoral carrera por raitings y tirajes. El periodista cree hacer periodismo cuando es a un tiempo cómplice de su violación y violado por el filtrador. La filtración le apuesta a los tontos útiles que de filtraciones arman denuncias de "hechos" que pretender probar con falacias circulares que sustentan lo filtrado con la filtración.

Ello es posible por una procuración de justicia que filtra para investigar e investiga para filtrar. La filtración pervierte las relaciones sociales al enrarecer la deliberación y dividir a la sociedad en buenos y malos. Surgen los villanos favoritos, útiles para un roto o un descosido, la corrupción por estirpe, la discriminación anímico-política y los parias de la transición. La filtración tiene del terrorismo su propósito de aterrar y paralizar al adversario reduciéndolo a rehén de su posibilidad.

Finalmente, la filtración pervierte la política al entronizar el escándalo y el lodazal. En el mundo de las filtraciones no triunfa el mejor hombre, ni la idea superior, ni el programa idóneo; triunfa la mayor ruindad.

#LFMOpinión

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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