PARRESHÍA

Ni traidores.

Ni traidores.

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Sombras llenan el escenario, pero nada representan, nada dicen, nada dejan.

No, no son traidores.

Traicionar conlleva el quebranto a la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener. Pero nadie puede quebrantar lo que no tiene ni guarda. Nadie traiciona lo que nunca ha vivido.

La desgracia de nuestros tiempos es que ni a traidores llegan.

Es una trama sin personajes. Sí, sombras, y muchas, llenan el escenario, pero nada representan, nada dicen, nada dejan.

Pasan en el olvido.

Sin rastro, sin memoria, sin entidad.

Tal es nuestra desgracia y vida pública.

Qué diéramos hoy por los Huertas y los Vidaurri. Tendríamos nuestros Juárez y Carranzas. Pero solo tenemos nada… en mañaneras y fuera de ellas. En campaña.



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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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