PARRESHÍA

El desencanto

El desencanto

Foto Copyright: lfmopinion.com

¿Y cuando la mafia del poder eres tu?

Hagamos un ejercicio de imaginación, supongamos sin conceder que las encuestas son destino y López Obrador toma posesión el primero de diciembre.

Supongamos que su gobierno alcanza los primeros seis meses y la luna de miel toca a su fin.

Supongamos que las cosas no se han salido totalmente de control, pero las expectativas de sus seguidores, sin embargo, no se han colmado.

La clase empresarial explotadora sigue viva y peleando sus derechos; los priístas, si bien mermados, siguen vigentes, se reagrupan y desde el Congreso se oponen a las propuestas del Ejecutivo. El PAN, peleando entre su sobrevivientes la patente, conserva gubernaturas y chicanea su apoyo, mismo que es logrado vía los aborrecidos y jugosos moches.

Los medios se debaten entre la abyección, el silencio y la extinción.

Las circunstancias de vida de los electores de la anunciada cuarta revolución siguen sin trabajo y sin opciones.

Las masas enardecidas de esperanza se tornan en turbas furiosas llamándose a engaño.

La inseguridad se ha disparado, el crimen organizado se ha alzado en armas en demanda de una amnistía total; la inversión internacional y nacional privada cayó tras desconocerse por decreto los contratos firmados sobre el nuevo aeropuerto, la minería está en crisis por paros locos; la justicia es omisa por destitución o renuncia de Ministros y magistrados tras linchamientos públicos y quema de tribunales. El cambio esperanzador no llega y el día a día lo niega.

El Congreso ha sido tomado a golpe de machete, los legisladores que lograron salvarse de lapidación pública andan a salto de mata.

El Ejército y la Marina están acuartelados y se rehúsan a seguir prestando tareas policiales; algunos medios han sido vandalizados y otros cerrados por el gobierno.

El crédito es inexistente, las políticas proteccionistas han derivado en inflación y desabasto. Un señalamiento del Presidente sobre el Banco de México derivó en la quema de su edificio y renuncia de su Gobernador.

Los reclamos y recriminaciones del Presidente sobre la mafia del poder y sus esbirros han perdido credibilidad y la gente le demanda resultados, no satanizaciones ni chivos expiatorios.

El Presidente se ha encerrado en Palacio y se rehúsa a dar la cara. Nadie lo ha visto en semanas y se teme, como con Chavez, que su salud le impida realmente gobernar, de estar vivo.

El gabinete es una olla de recriminaciones y desencuentros, todos se echan la culpa entre sí, al tiempo de buscar ocupar el espacio del Mesías en caso de ausencia.

Los llamados a la serenidad de la Secretaría de Gobernación no alcanzan ni al personal directo bajo su cargo.

Los nombramientos del Sistema Nacional Anticorrupción no encuentran salida tras la toma del Congreso.

Ante la beligerancia desmandada de la CNTE, el Presidente decretó por Bando una amnistía total a la Gordillo y ahora encabeza los gabinetes de Educación y Trabajo.

Germán Martínez preside Morena, Batres el Tribunal Electoral y Taibo II la CNDH. Bejarano encabeza la delegación negociadora de un TLC empantanado.

El gran problema no es la mayoría de electores que no votaron por el Presidente, sino los que habiéndolo hecho, ven imposible toda esperanza.

Las calles y redes se pueblan de imágenes de la Primera Dama haciendo caracolitos.

Los publicistas y cineastas al servicio del poder lanzan una campaña contra la mafia de poder, pero olvidan que desde el primero de diciembre son ellos el poder y su nueva mafia.

#LFMOpinión
#AMLO
#Gobernanza
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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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