México
Hoy, México afrontará una crisis constitucional como resultado de la hambruna de Andrés Manuel López Obrador.
Su apetito de poder es una gula insaciable.
En esa gran comilona sus invitados van desde los que financian los platillos y las bebidas, hasta los bufones y los abyectos que rodean la mesa.
Los primeros brindan y comen con el socio.
Los demás esperan su turno para comer el plato de sopa que merecen por sus gracias.
Esa práctica la ha mostrado durante seis años como inquilino de Palacio Nacional.
No ha tenido empacho para mostrar su hambre de poder.
El cinco de febrero del 2024 enseñó su proyecto transexenal con el plan C.
En esa perspectiva trabajó con la fuerza del Estado para ganar la elección presidencial y obtener sin ningún recato público la sobre representación en ambas cámaras del Congreso.
Su mirada de poder se centraba desde entonces en apoderarse del Poder Judicial.
Hoy, con la complicidad de sus bufones y abyectos, la reforma judicial transita a su favor; y con la iniciativa de la dirigencia de su partido, Morena, el Congreso aprueba la ley "suprema", para tranquilidad del tabasqueño.
Pero esa hambruna que ha mostrado López Obrador tiene su fondo oscuro.
Él sabe que las gulas de poder tienen un costo político y generan facturas.
En el costo político no ha tenido ambages para avasallar la ley y las instituciones públicas, además, ante las miradas de propios y extraños se alió y compartió el poder que le delega la Constitución con el crimen organizado sin ningún pudor.
Acción que derivó en facturas como pago a servicios que realizó el crimen organizado, que van desde ganar elecciones, hasta mantener una pax narca en el país que diera respuesta a la estrategia de "abrazos, no balazos".
Este juego de hambruna de poder propiciado por López Obrador tiene como finalidad generar una realidad atípica para el país, con un propósito:
Salvar su vida y su botín.
Para ello requiere tener en sus manos una moneda de cambio: llamada México, para que los vecinos del norte lo indulten.
Esa necesidad de salvarse lo ha llevado a realizar una batalla institucional con la Corte, involucrando a sus correligionarios y personeros para tales fines.
Con los correligionarios -léase crimen organizado- se apoya para desestabilizar al país con una violencia que conlleve pánico en la población, como resultado de la detención del Mayo Zambada de manera unilateral por el gobierno de Biden.
A los personeros los utiliza para defender su Imagen y atropellar a sus adversarios.
La presidenta con A, pone su investidura para defender la reforma judicial -léase a su jefe-, los legisladores cercanos y advenedizos hacen los malabares necesarios para que las locuras -la reforma judicial y la ley suprema- salgan adelante. 
Acciones que han propiciado una confrontación con el Poder Judicial.
Teniéndose un escenario de crisis institucional.
El mes de noviembre del 2024, dará cuenta hasta dónde el régimen actual será capaz de jalar el gatillo del desacato y dar lugar a una crisis constitucional.
Al no ponderar la propuesta de la Corte por salvaguardar la integridad del Poder Judicial.
Y en ese juego perverso se verá hasta dónde la Fiscalía General de la República actúa para mantener el Estado de Derecho, ante la resolución de la Corte por mantener la vigencia de la Constitución.
La liga y la pistola darán cuenta de ello.
Al tiempo.
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