Las crinolinas de Claudia
El que mucho su dicho prueba, dicta la máxima jurídica, poco cree en él, y la presidente no cesa de machacar que las elecciones judiciales fueron una maravilla.
Y sí, arrasaron, la Taddei es una mandadera de poca monta, los magistrados electorales golpistas son changos de acordeón y Noroña y su tan “mentada madre” podrán decir que ni Dios padre encarnado puede contra esta elección, pero si es así, por qué tanta insistencia.
Por un lado, obvio, acabándose este gran distractor nada podrá tapar la terrible realidad que asola el suelo patrio, por otro, porque sus grandes triunfos les descobijaron el trasero. O, como dicen en mi pueblo, sus crinolinas, esas capas de enaguas almidonas para esponjar las faldas femeninas, quedaron al aire.
La gran elección del pueblo más democrático de todas las galaxias, la revancha más justiciera contra el oprobio nacional, la resurrección de mismísimo prócer de Guelatao y las primeras elecciones de esta presidente, en el mejor de los casos, movilizaron efectivamente en su favor a poco más de ocho millones de nacionales (ya solo falta que también tengamos que decir nacionalas).
Ocho y pico, porque los demás anularon su voto: más un 20 por ciento del total de votantes en urna, más que cualquier candidato de sus acordeones.
En otras palabras, maravillas democráticas universales aparte: Sheinbaum y su segundo piso mostraron un músculo pírrico, y su 80 por ciento de popularidad no se corresponde con sus capacidades reales de apoyo a pie de urna.
Mal empieza el sexenio quien se embarca en una elección de Estado sin contrincantes, con todo el aparato y presupuesto del Estado a su favor, con legisladores, gobernadores y el ejército de siervos de la Nación recorriendo todo el país y coaccionando el voto libre y, por si fuera poco, con dos abyectas como Taddei y Soto en los órganos electorales, y no logra movilizar a más de ocho y pico millones de un universo de cien. La elección con menor rendimiento por voto ciudadano en el mundo.
Y todo ello con miras a una elección intermedia en el 27, que debe aterrar a la presidente Sheinbaum, a quien, bien lo sabe, en cualquier momento le pueden tender la cama de la revocación de mandato con el vuelo de una mosca en Palenque o en Cuba.
Nadie sabe para quien trabaja y, quizás, estas elecciones, que tanto defiende, terminen por enterrar un gobierno que jamás fue.
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