Anosognosia

No me arrepiento de nada, salvo de todo. Se trata de ver desde lejos la vida que pasa. Añoro la fuerza del pasado. La infatigable capacidad de amar. El compromiso por heredar un mundo mejor. El día a día de asombro y creación.

Se llama Anosognosia, que gracias a mi amigo Oscar B, siempre atento a lo cotidiano con amplio sentido del humor, provoca curiosidad y aprendizaje; es la incapacidad para percibir y reconocer una limitación o enfermedad que uno mismo padece o pudiera padecer. Es uno de los síntomas comunes del Alzheimer, relacionada con déficit(s) cognoscitivos y alteraciones de comportamiento. Así como daños en el lóbulo parietal, trastornos de la memoria como la psicosis de Korsakoff, ceguera cortical o síndrome de Wernicke.

También se define así cuando el cerebro no reconoce que algo no va bien; contrario al bienestar propio o común de la sociedad, de la misma humanidad. Proviene del griego: a privativa + nosos, enfermedad + gnosis, conocimiento i.e. desconocimiento de la enfermedad, falta de reconocimiento o conciencia de una enfermedad o discapacidad.

El individuo no admite que realmente le falta algo, diferente de la negación en la que sabe que algo ocurre, pero no está dispuesto a admitirlo.

En la evidencia actual se vincula la Anosognosia a una disminución significativa del peso y volumen cerebral, a la pérdida neuronal en el córtex frontal superior, a la pérdida neuronal y gliosis (cicatriz por presencia de astrocitos descomunales) en la capa III de la corteza cerebral y/o atrofia en la porción anterior superior del vermis superior y áreas adyacentes de los hemisferios cerebrales y presencia de microhemorragias cerebelosas.

En muchos casos se vincula a perfiles de trastornos de la personalidad por presión y ansiedad en el enorme cúmulo de responsabilidades superiores a capacidades y fortalezas como es el caso de Trump, un criminal confeso y presidente por segunda ocasión de los EUA, metiche olvidadizo y contumaz.

Claramente varios gobernantes y líderes han padecido y padecen actualmente severa Anosognosia con rumbo a la demencia e invaluables daños a su propia salud, a la población vinculada y al dolor y la muerte de inocentes. Son responsables de mutilar y aniquilar a quienes asumen como irreconocibles enemigos o contrarios a sus intereses religiosos, culturales, socioeconómicos y políticos.

Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Pinochet, Stroessner, Trujillo, Batista, Videla, Somoza, Ortega, Netanyahu… están en esta lista deleznable. Junto con otros muchos gobernantes y exgobernantes que se asemejan en su nefasto comportamiento y resultados.

En el ámbito nacional, famosos periodistas y locutores que son mala leche, agria, y que se retuercen en su pasado neoliberal, de cuando recibían millones de dólares por su apoyo y lambisconería al régimen de entonces y que ya no recuerdan, han consolidado ahora su club de odio al famoso Peje y un poco menos, a la actual presidenta o la presidente y que hoy no reconocen su infame pasado. Casos típicos de Anosognosia.

Entonces Trump huye de la reunión del G7 en Alberta, Canadá supuestamente por la presión de la guerra israelí contra Irán y al llegar a Washington D.C. no se acuerda porque volvió. De pronto alguien le dice que el ritmo de bombardeos es el mismo que ayer. Decide recular e invita a La Casa Blanca a Claudia y quién sabe a quienes más. No parece recordar nada. Ya nada del Estado número 51. Se opone a una enérgica condena a su compinche Putin y Zelensky se queda como de costumbre, con un palmo de narices estadounidense, menos mal que el resto de los países del club de ricos, sí se comprometió a apoyarle.

Lo mismo hace meses que hoy: Trump dice, se desdice, recula, amenaza, promete que acabará las guerras y ellas, sordas e independientes a sus palabras necias se mueven a su propio ritmo y magnitud. No parecen hacer caso a sus provocaciones.

Las guerras se extinguirán con el último hombre de esta raza y hasta que los gobernantes criminales estiren la pata y se cansen de tantos bombazos y destrucción. Al fin no pasa nada. Pronto borraremos todo.

Menos tus besos que nunca olvido y que llevo impregnados en todo mi ser. En mi pensamiento. En mi cuerpo. En mi sentimiento y razón. En mis sueños y deseos. En mi locura diaria.

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