De Pascual Ortiz a la presidenta con A

La presidenta con A desde el inicio de su gobierno ha preferido el contacto con la gente -léase el pueblo bueno y sabio- para recorrer el país los fines de semana y darse su baño de pueblo, que quedarse en Palacio Nacional y ver desde sus ventanas la vendimia que ofrece el comercio ambulante.

Está estrategia de contacto tiene una doble finalidad:

A través del aplauso espontáneo fortalece su propia confianza de verse como la presidenta con A.

Pero también utiliza el espacio para decir que su pecho no es bodega y expresar frases que indican su situación "real" frente a las fuerzas morenistas, incluyendo su jefe, el peje.

Ejemplo de ello fue su gira por el Estado de México del pasado domingo 14 de septiembre, con motivo de su primer informe de gobierno, en la ciudad de Toluca, dónde expresó, además de los logros de su gobierno, señaló:
"Si me dejan terminar el sexenio, me comprometo a aumentar el salario mínimo a dos punto cinco la canasta básica".

Expresión que pasó de noche para los presentes del evento, pero que dejó entrever la guerra interna que la presidenta con A vive por sus acciones en materia de Seguridad Pública y que le exige el gobierno de Donald Trump.

En esa perspectiva, la huésped de Palacio Nacional se ve en los espejos de Pascual Ortiz Rubio y de Luis Donaldo Colosio Murrieta, sobre su presente: ser la marioneta del Caudillo, el peje, o pagar las consecuencias de sus decisiones como presidenta con A -léase Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California-, frente al crimen organizado.

Ante los acontecimientos que está viviendo la presidenta con A:
El huachicol fiscal.
La Barredora de Tabasco. Y,
El descrédito de las instituciones y figuras públicas: ergo, la Marina, gobernadores, legisladores y los hijos de Andrés Manuel López Obrador, la han puesto en una tesitura: actuar en consecuencia o preferir el ejercicio sano del changuito: solapar.

Al parecer la presidenta con A seguirá jugando con su estrategia: "yo no fui".

Y dejará que la circunstancia por sí misma dé resultados para beneplácito de los vecinos del norte.

Y con ello: seguir salvando el pellejo frente a su jefe, el peje.

En esa lógica la presidenta con A, apuesta al tiempo para que la manzana caiga por si sola.

Estrategia que tiene riesgos, al no poder controlar el tsunami de lodazal que representa el escándalo de corrupción y, por ende, el estigma de dirigir un narco-gobierno, que puede ensuciar su imagen frente al respetable y ante el gobierno de Donald Trump.

Escenario que no tiene muchas puertas:
Seguir en su papel de marioneta, con el costo político que implica al mantener la frase:
La doctora con A vive en Palacio Nacional. Y,
El que manda vive en Palenque, Chiapas.

La segunda puerta está llena de riesgos y de infortunios cada vez que la abre, porque está en la mira de los guindas por generarles desconfianza en sus acciones de gobierno que responden a la agenda de los gringos.

Al tiempo.

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