PARRESHÍA

Macron pasmado

Macron pasmado

Foto Copyright: X

La escena supone algunos pequeños detalles.

Como cada mañana, el pueblo todo se congregó para aclamar en el Zócalo a la mejor presidente del mundo, en ese momento Emmanuel Macron, por pura casualidad, arribó a Palacio Nacional y su pasmo fue apoteósico: ¡qué amor, qué entrega, qué epifanía!

Claro, la escena supone algunos pequeños detalles: que Macron sea un pobre imbécil (que no lo es), que la gente se agolpe cada mañana para glorificar a Sheinbaum, que ese México sea diverso al que vivimos y que los chairos se levanten temprano.

Saque usted sus conclusiones.

PS. Saludos, bañagatos.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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