EL IFE A LA DISTANCIA

¿Otra vez?

¿Otra vez?

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Fraude como excusa.

Cada tres años surge semanas antes de la elección una o varias notas que pretenden poner en duda la consistencia y legalidad del proceso electoral.

Es un cuento tan viejo como la oposición. Ayer fue el padrón, antes las mesas directivas de casillas, luego las homonimias, más tarde las listas, luego el PREP; en fin la lista es tan larga como lo son las ansias de descalificar el triunfo del adversario cuando ante él se sienten perdidos.

Y en este proceso electoral no podrían faltar los intentos por desprestigiar y deslegitimar el proceso, aún estando éste en las sacras manos de la ciudadanización.

Así, en Nuevo León alguien tuvo la poco original idea de probar que la ley puede ser violada violándola. Un santo varón presentó ante el IFE un acta de nacimiento apócrifa y el IFE, institución de buena fe (que conste que hablo institución, no de los consejeros electorales), le expidió una credencial para votar. Tras de ello el sujeto declaró que había descubierto el agua caliente: la ley puede ser violada, gritó satisfecho de su descubrimiento.

Pírrico triunfo del susodicho. Cualquier estudiante de preparatoria sabe que la conducta antijurídica es un elemento esencial de la norma. La conducta del hombre puede ser de múltiples maneras, pero sólo debe ser de una. Y cuando ese deber ser no se cumple, la propia ley prevé la sanción para reparar el daño y sancionar al infractor.

Sin embargo, en esto de deslegitimar el proceso electoral cuando se saben perdidas, las oposiciones han generado una especie de científicos sociales movidos por la rabia y no por la búsqueda de la verdad.

Usted podrá recordar a investigador de la UAM que en 1994 dio datos falsos al registro y sacó una doble credencial para votar o, más lejos todavía, cuando en noviembre de 1985 Jesús Cantú sustrajo unas credenciales de la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León y votó varias veces para comprobar que se podía violar la ley.

Sí, no leyó usted mal, Jesús Cantú, el consejero electoral, el arcángel de la democracia, el enemigo de los "mapaches", el garante de la limpieza electoral. El mismísimo que en 1985, con miras a deslegitimar una elección, violentó la norma para probar lo que cualquier lego sabe: la ley se puede violar.

Hoy sobre ese manido tema se pretende construir todo un escándalo que no da más que para instaurar un proceso penal contra el sesudo investigador. Pero de allí no se puede poner en duda los millones de credenciales expedidas y el proceso electoral en su conjunto. Quien así lo intenta posiblemente oculte un interés antidemocrático como el obsequiado para el libro de las brutalidades por Vargas Llosa en su reciente visita a Nuevo León. Dijo el ilustre escritor y aún más ilustre antidemócrata: "si gana el PRI, aunque gane limpiamente, no habrá democracia en México".

Esa sí es una afirmación que violenta las leyes de la lógica y de la democracia. El señor se atreve a afirmar que si el PRI gana limpiamente su triunfo no será democrático. Pues entonces, ¿de qué se trata? De que gane a fuerzas la reacción, así sea sin limpieza o por imposición. Me había tocado ver muchas barbaridades últimamente, pero Vargas Llosa le ganó al mismísimo Ulpiano Cárdenas y su derecho de avanzada.


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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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