EL IFE A LA DISTANCIA

La conquista

La conquista

"EI IFE y su Consejo son una conquista de la oposición, de grupos organizados y medios independientes", afirma orondo Bernardo Bátiz (La Jornada, 18/VIII/99). Lástima. Ese reino conquistado, esa posesión violenta, ese yugo de la institución, es el fondo del asunto, porque el IFE no puede ser "conquista" de nadie, es un órgano de este Estado sujeto exclusivamente a la ley.

Cuando los conquistadores se repartieron la posesión de lo conquistado empezó el problema. Se privilegió el reparto sobre el consenso.

Jesús Cantú reclamó su parte del botín: realizó 40 viajes particulares con cargo al erario público en 1997 (¿cuántos en 98 y 99?), y gastó en una reunión de trabajo, de dos días, 145 mil pesos en bebidas alcohólicas.

Fue denunciado por tres partidos y destituido del cargo. Esos son los hechos.

Para taparlos, los conquistadores se aliaron, politizaron un asunto estrictamente jurídico (al que hoy piden ¡despolitizar!), en conclusión declararon ilegal la resolución destitutoria, y cesaron a la autoridad que la dictó. Al tiempo gritaron: "¡AI PRI, al PRI, que nos ataca por confiables y por ser la democracia en persona!".

Equiparar al señor Cantú con el IFE y con la misma democracia, no es sólo un despropósito, es un severísimo insulto a la inteligencia.

El señor es un bribón desvergonzado. Cualquier otra persona con una pizca de pudor hace mucho que hubiera renunciado y salvado a la institución del descrédito en que la tiene hundida.

El señor Cantú utilizó recursos públicos para fines particulares y distintos a los que están afectos. ¿Qué tiene que ver eso con la autonomía electoral? El señor orilló a la institución al escándalo público y a asumir una competencia legal que no tiene, al declarar ilegal una resolución de responsabilidad administrativa cuando su materia es electoral.

No contento con ello, forzó al IFE a destituir al contralor sin seguirle el debido proceso de ley, ni respetarle su derecho de audiencia.

¿Saben los conquistadores la clase de persona que están protegiendo? ¿Conocen su pasado? ¿Saben de sus otros excesos en el IFE? ¿Estarán dispuestos a sostenerlo más adelante, cuando por su propio peso caigan sus demás travesuras? ¿Estarán dispuestos a cargar con su fama pública?

Sin embargo, la solidaridad de los conquistadores no es pareja: cuando se tocó a Cantú se coaligaron en una reacción virulenta, pero cuando un "estamos estudiando una nueva estrategia" fue traducida y publicada como un "juicio político a Woldenberg", ni un solo consejero, no el ex consejero Cantú, ni partidos ni medios "independientes" levantaron un meñique por Woldenberg. ¡Qué deplorable! Cuán tergiversados están nuestros valores.

El PRI no erró ningún tiro, denunció ilícitos y éstos se probaron. En una salida en falso los consejeros se coludieron para declarar ilegal algo que no es de su competencia; cesaron a un funcionario por cumplir la ley violando sus garantías individuales. Finalmente, al ardor de la calentura aliancista, mostraron su connivencia con los consejeros, su desapego a la ley, su oportunismo y vacuidad política.

¿Qué sigue? 1) Cantú puede haber cometido otro ilícito, de tipo diverso al administrativo, al ejercer indebidamente la función pública una vez que fue destituido. 2) Los consejeros ya dijeron cómo debía ser la resolución. Impondrán a Woldenberg un nuevo contralor y a éste la modificación de la resolución del anterior, en los términos que ellos, incluidos los que tienen interés directo en el caso, han sido señalados. 3) El nuevo contralor ya sabe a qué atenerse si no obsequia el mandato del conquistador. 4) Los consejeros, así, evitarán acudir al Tribunal Fiscal y resolverán en casa el asunto: serán jueces de su propia causa. 5) La autoridad moral de la autoridad electoral quedará hecha añicos, más no por la denuncia, sino por lo denunciado y su procesamiento. 6) Un pillastre habrá ganado. 7) La ley, la democracia y la sensatez nacional habrían perdido. 8) La transición habrá parido su primer fruto.

#LFMOpinión
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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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