EL IFE A LA DISTANCIA

La gracia de Cárdenas

La gracia de Cárdenas

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Minutos antes el consejero Lujambio concluía la lectura de un documento de pulcra redacción con el que los Consejeros Electorales pretendían poner fin a una tormenta en un vaso de agua, generada con motivo de unas resoluciones del Tribunal Electoral por las que revocaban dos Acuerdos del Consejo General del IFE y que se venían manejando, por unos ilusamente, por otros interesadamente, para enfrentar a las dos Instituciones y descalificar sin mayores argumentos al Tribunal. El documento había sido consensado y firmado por los ocho consejeros electorales y su consejero presidente.

Era la nota final de la sesión del Consejo y, toda vez que el texto había sido repartido desde temprana hora, ya formaba parte de reportajes y crónicas. Los asistentes a la larga reunión guardaban despreocupadamente sus papeles, libros y notas, cuando el consejero Cárdenas Gracia pedía el uso de la palabra. Por algún problema de memoria o de doble personalidad -en aquel entonces era difícil dilucidarlo- desconocía lo antes leído y descalificaba al Tribunal por realizar, según él, interpretaciones restrictivas mecánicas, formalistas, conservadoras y decimonónicas de la ley. Ser un Tribunal así, o tener un Tribunal así, decía, es el más grande obstáculo para la transición democrática del país. Hoy contamos con datos adicionales que nos permiten presumir que su... inestabilidad se debió a que las resoluciones le "dolieron en lo personal", no como jurista y menos como autoridad electoral, sino como promotor interesado personalísimamente que ha confesado: "estuve atrás de ellas, de hecho iba a ser el presidente de la Comisión para conocer de las faltas administrativas y evitar actos que generaran coacción o presión a los electores" (Época VI 97). Es así probable que sus confusas y contradictorias posiciones respondieran más a un arranque de niño al que se le niega un dulce, que a convicciones políticas, responsabilidades públicas o interpretaciones jurídicas propias del tercer milenio. Sin embargo poca falta le ha hecho la comisión denegada, con ella o sin ella, padece de incontinencia mandibular, o bien por algún raro acto reflejo empieza a disparar declaraciones en cuanto un micrófono o grabadora se encienden a diez metros a su alrededor.

Hoy sabemos que las diferencias en la interpretación de la ley, así como la profunda división que él y algunos de sus compañeros han causado en el IFE, se debe a un problema generacional: cualquier persona mayor de 40 años carece de "una idea clara de la transición política que vive el país" (ibídem). Y que conste que la cientificidad de sus opiniones avalan su seriedad.

Para él no cabe duda, la transición "a nivel de los hechos" es la alternancia. "Es evidente que una Cámara de Diputados con una mayoría de oposición al Presidente de la República aceleraría reformas legales hacia la democracia", a grado tal, nos dice la reportera de la entrevista que venimos citando, "que se regodea con la idea de un Congreso de oposición" (ibídem). Es tal su regodeo que ya le permite señalar al nuevo Congreso de oposición, por elegir, la necesidad de una nueva Constitución y sus contenidos (El Universal 12 VI 97). Él y Barragán son los únicos consejeros electorales abogados y, toda vez que Barragán ha votado en contra (por razones generacionales, declara ofensivamente el joven y transicional Cárdenas) en todos los acuerdos y resoluciones que el Tribunal termina por revocar al Consejo por razones de falta de fundamentación legal, estamos ante un problema que rebasa por mucho el endeble y grosero argumento de las edades, para caer en el de la ignorancia o, de plano, la enajenación.

Para nadie es un secreto los graves conflictos que al interior del IFE han sembrado algunos Consejeros Electorales, enfrentando a la estructura ejecutiva, oficialista, la califican, con el nuevo IFE, representado por ellos, por supuesto. Situación que a menos de un mes de las elecciones sólo puede ser calificada de irresponsable y, por ende, sujeta, posiblemente, a responsabilidad. En ese orden de ideas, no puede uno más que volverse a cuestionar el problema de memoria o de doble personalidad del consejero cuando, después de haber desacreditado al 98% de la estructura del IFE con base en sus currícula, defiende a los consejeros electorales alegando que "es muy difícil juzgar a las personas nada más por sus antecedentes o por quien las propuso" (El Financiero 13 VI 97).

Por si fuera poco, varias veces al mes algunos ínclitos consejeros acuden presurosos, declarativos y protagónicos a la catedral de San Cristóbal, poniendo en entredicho la tan cacareada autonomía, ya que ésta no se puede entender sólo con relación al gobierno, sino para con cualquier otro actor social, más aún para con aquellos que constitucional e históricamente están obligados a mantenerse ajenos a las cuestiones políticas.

No con conforme con haber descalificado al Tribunal, al canciller Gurría, a partidos políticos con los que está obligado a ser imparcial, a la institución donde labora y a sus compañeros de trabajo, hoy nuestro curioso personaje dirige sus baterías contra el Ejercito Nacional. (Sólo le falta pelearse con la virgen de Guadalupe). Así nos anuncia que "los consejeros del Instituto buscarán entrevistarse en los próximos días con el secretario de la Defensa Nacional, para plantearle la necesidad de que los operativos en Guerrero se realicen con prudencia, a fin de generar un clima de confianza ante las elecciones" (El Día 13 VI 97). "Lo que queremos es también un compromiso con el Ejército Mexicano de que no habrá movilizaciones en los días previos a las elecciones, de que mantendrá un clima de paz y la gente pueda acudir a las urnas" (El Financiero 13 VI 97). Parece que el Consejero y Jurista Cárdenas desconoce que quienes están al margen de la ley y ponen en riesgo la celebración de las elecciones son unos señores encapuchados y armados que, entre otras cosas tienen como táctica democrática de propaganda disparar en contra de la población civil. La presencia del Ejército es garantía de que las elecciones habrán de desarrollarse en santa paz, no de lo contrario.

Finalmente, ni el Ejército tiene porque comprometerse con un chiflado que cree traer hipotecadas a su favor la democracia, la juridicidad, la imparcialidad y la nobleza, como tampoco es cierto que los consejeros hayan acordado el disparate de buscar al general secretario; es solo, una vez más, una gracejada del consejero Cárdenas Gracia.

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Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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