POLÍTICA

Transparencia y Política

Transparencia y Política

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Cualquier cosa que no pueda hacerse pública tampoco puede ser justa.

Kant, quizás el más ilustrado de los ilustrados, pensaba que una condición de posibilidad para la paz perpetua era el principio de publicidad. La paz perpetua era su utopía política parlamentaria y sería lograda sólo cuando los humanos aprendieran a relacionarse y organizarse racionalmente.

Para Kant el problema de la bondad o maldad natural del hombre no resultaba interesante políticamente, lo que a él le interesaba era plantear un sistema político que fuera exitoso, incluso en una sociedad de demonios con entendimiento. La racionalidad del sistema, pues, sería el garante de que, aún si los miembros de la sociedad fueran todos malos por naturaleza, la sociedad sería justa, con el mínimo requerimiento de que los miembros fueran seres con entendimiento. Quizás esto último sería demasiado pedir del ser humano.

El principio de publicidad kantiano establecía que cualquier acción que necesitara del secreto para ser exitosa sería injusta y debería ser ilegal en una organización política racional.

En la actualidad, a este principio lo llamamos de transparencia o acceso a la información y nos sigue pareciendo de suma importancia para el buen funcionamiento de una democracia: el electorado tiene derecho a saber lo que sus gobernantes electos hacen, pues también tiene el derecho de exigirles rendición de cuentas.

Pero el principio de publicidad, como condición de posibilidad de la paz perpetua, se encuentra de frente con una de las condiciones de posibilidad más importantes del ejercicio del poder. No es fácil gobernar a gente bien informada, quizás sea imposible. Para el éxito en la acción política se necesita el secreto. En el juego de los tronos, la desinformación, el arcana imperii, la mentira, el engaño, las conspiraciones y, sí, el asesinato son herramientas indispensables de cualquiera que quiera tener éxito, como ya dejara muy claro Maquiavelo. En la política la ética es un hándicap. El principio de publicidad, entonces, choca de bruces con el ejercicio del poder y pareciera, por lo menos, según los planteamientos de Kant, que la práctica política es un impedimento para la construcción de una sociedad justa.

Así la política desentona no sólo con la ética, sino con la justicia misma. Como no presentirlo en México ¿será que la clase política, y la política misma, son las que perpetúan las condiciones de impunidad y corrupción, en fin de cuentas, de injusticia?

Cualquier persona que concuerde con los ideales ilustrados debería oír alarmas cuando su gobierno hace secretos expedientes como el de Tlatlaya por ejemplo.

Como ya vimos, según Kant, cualquier cosa que no pueda hacerse pública tampoco puede ser justa.

Deberíamos oír alarmas avisándonos que nuestra frágil República está alejándose de la democracia y acercándose a la tiranía, cuando los actores políticos hacen un llamado a la regulación de las redes y su contenido. Quizás debimos haber empezado a oír esas alarmas desde hace ya muchos años, pues la política no parece ser compatible con la justicia.

Quizás, como dice un viejo dicho: todo aquello que pueda ser destruido por la verdad, debe serlo.

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Luis Rodrigo Farias

Luis Rodrigo Farias

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