El letrerito
La fotografía es inocua. Retrata una reunión más de los equipos de la transición en Los Pinos. A cuadro solo aparecen Calderón y Peña. Hay, sin embargo, algo en ella fuera de lugar, algo que no encuadra en este tipo de reuniones y fotos.
Frente al Presidente en funciones, un caballete en el que se lee: "México. Calderón."
¿Por qué el caballete? ¿Por qué ese solo caballete en la mesa? ¿Por qué poner el nombre de Calderón en una reunión privada entre equipos que lo conocen perfectamente bien? ¿Por qué resaltar que es de México cuando se está en México, y no hay nadie que represente a ningún otro Estado soberano en esa mesa?
Cuando se está en la ONU o en una reunión multilateral se entiende que se identifique a los sujetos, a su procedencia y representación. Pero hacerlo en Los Pinos, en una reunión de equipos de transición, con la presencia del Presidente Constitucional y el Electo, ambos perfectamente conocidos por los asistentes y los mexicanos que fuimos informados de la misma, me parece innecesario.
Podrá decírseme que la idea era dejar claro que Calderón aún sigue siendo el Jefe de Estado mexicano y que en él se deposita, aún, su representación política. De ser así, las telarañas mentales del equipo saliente están poco más que preocupantes.
El tema, lo sé, es intrascendente de cara a los incendios que en todos los órdenes consumen lo poco que nos queda de país, pero al mismo tiempo muestra por qué llegamos a esta situación de crisis nacional.
Como ya lo hemos dicho, este gobierno confunde gobernar con informar, y, más que informar, con publicitar supuestos logros.
Ningún gobierno ha gastado en publicidad lo que el de Calderón, más de 31 mil millones de pesos, sin contar el uso de los tiempos oficiales en medios electrónicos.
El problema, sin embargo, no es gastar, lo que no obsta para señalarlo y criticarlo; el problema es pensar que la acción de gobierno puede ser substituida con la publicidad.
Un Presidente no necesita en su país de caballetes que señalen su nombre y procedencia, y menos necesita recordarnos que aún sigue siendo Presidente: Su liderazgo no lo da ningún letrerito, únicamente lo otorga su desempeño como titular del Ejecutivo federal.
Por igual, ninguna campaña publicitaria puede suplantar la realidad, sus logros y carencias.
Lo paradójico es que no aprendieron. Lo nefasto, que su obsesión por la publicidad es la que mayores problemas le ha generado. Desde el "Haiga sido como haiga sido", pasando por los pandilleros de Ciudad Juárez, las decenas de miles de muertos de una guerra que tiene sumido al país en una psicología y dinámica de guerra, hasta la fuga de cadáveres.
La acción de gobierno no admite substitutos. Ningún publicista puede hacer lo que el gobierno no haga. Podrá, sí, crear fantasías, pero la realidad es muy necia y siempre termina por imponerse.
Entre las cosas que Peña Nieto debe estar aprendiendo en esta etapa de transición, las de no confundir gobierno con publicidad, no tropezarse con las ansias boletineras y evitar comunicaciones contradictorias deben serle de gran ayuda.
#LFMOpinión
#Política
#FelipeCalderón
#Presidencia