EL IFE A LA DISTANCIA

IFE: de aguas cristalinas a lecho de vergüenzas

IFE: de aguas cristalinas a lecho de vergüenzas

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Woldenberg ahora si está solo.

No hay aguas bravías bajo los puentes del IFE, dice mi dilecto amigo Fernando Zertuche. ¡Claro que no! bajo el antes frondoso río institucional, fenece y a su vera todo marchita y muere. Los extremos del puente no van de, ni comunican a ninguna parte. La autonomía, llevada a extremos patológicos, terminó por crear un reino de ilustración despótica que se vive y consume a sí mismo, si la realidad no lo entiende y acepta en sus términos, peor para la realidad.

La alguna vez pujante institución muere en la inmovilidad de una comisionitis terminal que sólo ha servido para enrarecer el clima de trabajo y centralizar en la inoperancia a la institución: ique nadie se mueva!... sin la venia de los consejeros y sus comisiones, a riesgo de ser acusado de oficialista y perseguido por la furia de la inquisición ciudadanizada: ¡o estás conmigo o estás contra mí!, podría ser lema del nuevo IFE (léase Seis Consejeros).

Si la institución alguna vez fue galardonada por su iniciativa, ejecutividad y compromiso; hoy en ella nadie propone, nadie se mueve, nadie opina, nadie decide, nadie se compromete. En su seno está prohibido pensar, sólo hay que aceptar callados y avergonzados los dictados de los iluminados comisarios.

Su supuesta y quimérica estructura horizontal no es más que una mascarada para apropiarse de la operación de la institución con fines partidarios cada vez más claros, ofensivos y ominosos, y para centralizar en manos de seis aprendices de déspotas el manejo de una institución que en ellas languidece.

No existe hoy en el IFE espíritu de equipo, ni sentimiento de pertenencia: es una institución de la que todos quieren irse, todos. En ella prevalece un ambiente de guerra religiosa y, por ende, de traición. Abierta la ventanilla (cuando no la fuente) de denuncias anónimas en la oficina del inefable consejero Cárdenas, el IFE es una feria de acusaciones: la secretaria denuncia al jefe, el jefe a su superior jerárquico y viceversa. Si alguien denuncia a un consejero o protegido de ellos, éstos se encargan de desaparecer la queja; si nadie denuncia a un enemigo de ellos, una denuncia providencial y oportuna aparece en sus sacras manos y en los medios de comunicación. La institución se ha vuelto un nido de desconfianzas, nido, se supone, de donde habrá de irradiar la confianza electoral. ¡Parajódico!, diría un amigo.

Instaurada (también por el consejero Cárdenas: Fax Gordon para sus cuates) la moda de enviar por fax documentos confidenciales para desprestigiar a la institución y sus funcionarios, el IFE se despierta cada mañana con el Jesús en la boca en espera de saber cuál es el escándalo del día.

En un ambiente de persecución, de descalificaciones y de patanerías, el personal del IFE ha optado por callar, recelar, desconfiar y esperar. No hay mal que dure 100 años, ni institución que lo aguante. Los que pueden se van, los que no, soportan.

Los consejeros recorren el país en compra de lealtades: "o estás con nosotros, o estás en nuestra contra. Con nosotros tu futuro está asegurado, contra nosotros habrás de recorrer el mismo calvario de Solís".

Woldenberg ahora si está solo. Ha perdido el Consejo General, la Junta Ejecutiva y los directores ejecutivos. El tortuoso nombramiento de Zertuche será una pastilla de clorato comparado con los de los nuevos directores ejecutivos.

Begné, se fue diciendo parcialmente su verdad, no ha mencionado qué consejero involucró arteramente al PRD en la negociación que frustró su acceso a la Secretaría Ejecutiva. Rubén Lara se fue en silencio, pero sin olvidar la máxima impuesta en el Consejo General de que el que calla no otorga. Su nobleza obliga.

La salida y regreso de María Eugenia de León es un misterio que poco distingue al IFE y a ella.

La presencia ilegal de la directora de Organización es un galardón más a la ilegalidad que priva en los criterios sesgados y maniqueos de los consejeros y sus defensores. Por cierto, sorprende que haya sido el Senador García Villa quien haya salido a desacreditar al licenciado Begné en defensa del desorden que sus Frankensteins han instaurado en el IFE.

En fin, los hechos, el ambiente laboral y la opinión pública desmienten lo que unos cuantos se obstinan en negar: la crisis institucional del IFE.

Tal parece que sólo habrán de aceptarla cuando las elecciones del 2000 sean arrolladas por su caos o antes si éste los arrolla a ellos primero.



#LFMOpinion
#IFE
#ClimaLaboral

Luis Farias Mackey

Luis Farias Mackey

Ser o no ser, preguntó Hamlet. ¿Soy éste que soy?, preguntó Quetzalcóatl. ¿Vivo yo todavía?, preguntó Zaratustra. La primera es una opción binaria: sé es o no sé es. La segunda es la trama de la vida misma: ser lo que sé es. La tercera es descubrir si, siendo, efectivamente aún sé es. Vivir es un descubrimiento de lo que sé es a cada instante. Porque vivir es hurgar en el cielo y en las entrañas, en los otros -de afuera y de adentro-, del pasado y del presente, de la realidad y la fantasía, de la luz y de las sombras. Es escuchar el silencio en el ruido. Es darse y perderse para renacer y encontrarse. Sólo somos un bosquejo. Nada más paradójico: el día que podemos decir qué somos en definitiva, es que ya no somos. Nuestra vida es una obra terminada, cuando cesa. Así que soy un siendo y un haciéndome. Una búsqueda. Una pregunta al viento. Un tránsito, un puente, un ocaso que no cesa nunca de preguntarse si todavía es.

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