¿Revocar o derrocar?
La vesania política de algunas de nuestras élites roza, si no es que se adentra, en los lindes de la traición.
Enfada que crean que pueden engañar a México entero y sumirlo en el caos de su demencia, sólo superada por su voracidad de poder e irresponsabilidad.
Sostienen los Catilinas mexicanos que convocan a una "revocación de mandato" con fundamento en el artículo 39 constitucional.
El texto invocado establece: "La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho a alterar y modificar su forma de gobierno."
El artículo habla de alterar o modificar la forma de gobierno, no de revocar mandato. Nos quieren vender paridas por preñadas. El artículo habla de forma de gobierno, es decir de diseño constitucional de instituciones, de pesos y contrapesos, de atribuciones, formas de constituir y ejercer los poderes públicos, no de revocación anticipada del mandato de dichos poderes.
No se requiere ser constitucionalista para entender el engaño: forma de gobierno no es revocación de mandato.
Adicionalmente, la propia Constitución establece los mecanismos legislativos para procesar cualquier alteración o modificación a su texto, que tampoco, de ser el caso (que no lo es), plantean.
Ellos no proponen modificar la forma de gobierno, sino revocar el mandato de Peña Nieto, pero la revocación de mandato no es una figura que exista en la Constitución y no puede ser capricho y ocurrencia de unos cuantos santones.
Y de existir la revocación de mandato, implicaría un procedimiento y reglas legisladas por el Constituyente Permanente, como son los casos de la consulta popular, o la elección de gobernantes y representantes. Substituir su soberanía y representación para disponer la existencia de la figura, su procedimiento y regulación por un club de notables dementes y voraces es un insulto a la Nación.
Lo que proponen, pues, no sólo no tiene base constitucional, sino que es una abierta violación a la letra y espíritu de la Carta Magna.
Ahora bien, el propio artículo 39 dispone que todo poder dimana del pueblo y el artículo 41 constitucional establece que el pueblo ejerce su soberanía, de la cual dimana todo poder, por medio de los Poderes de la Unión quienes ajustarán su actuar a los términos establecidos por la presente Constitución.
Ahora bien, ¿cómo se constituyen estos poderes emanados de la soberanía popular? El propio artículo 41 constitucional dispone que la renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas.
Cabe mencionar que entre los sujetos que proponen la monstruosidad de la revocación de mandato aparecen legisladores que ejercen su encargo por mandato del pueblo, electos en elecciones que sí reconocen, pero que no ejercen su encargo en los términos que la Constitución establece, sino que lo hacen en abierta violación a ella.
Aunque les pese, el poder de Peña Nieto deviene del pueblo a través de elecciones y lo ejerce en los términos de la propia Constitución. Puede que a ellos no les parezca ni les guste su gobierno, sus errores, sus excesos y su pasmo, pero tendrían, al menos, que acreditar que ha ejercido el poder en forma contraria a la Constitución. Cosa que no hacen y tramposamente omiten.
Pero regresemos a la Constitución. Ésta habla de renovación de poderes y la regula, no de revocación.
Más aún, tratando de acreditar su engañifa y desmesura, estos sujetos pretenden soportar su propuesta apoyándose también en el artículo 136 constitucional, que a la letra dice: "Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier trastorno público, se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego el pueblo recobre su libertad, se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubiesen expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta."
No les alcanzan sus entendederas para concluir que el texto constitucional no da píe a sus asertos y, antes bien, los señala y condena. Veamos, Peña Nieto es un poder constituido a través de elecciones y que se ejerce, salvo prueba en contrario, en los términos de la Constitución (artículos 39 y 41 constitucionales); en tanto que ellos abanderan una rebelión para interrumpir su observancia a través de una figura que no existe en nuestra régimen constitucional. Sus planteamientos no sólo son contrarios a los principios que la Constitución sanciona, sino a su letra y espíritu. En este caso, lo que el 136 dispone es que una vez que el pueblo recobre su libertad, deponga la rebelión y el régimen contrario a la Constitución que ellos impongan, ésta restablecerá su observancia y serán juzgados.
Luego entonces, ninguno de los artículos aducidos sirve para sustentar su demencia.
En un mensaje grabado por el irresponsable Noroña, sostiene que la revocación de Peña no es suficiente, será necesario convocar a elecciones para un Congreso Constituyente. No se trata entonces de revocación de mandato –que no existe, repito- sino de una nueva Constitución. ¿Y la que existe? ¿Y el artículo 39 que invocan y que en el fondo violan? ¿Y los artículos constitucionales que nos hemos dado para modificar la Constitución sin ruptura del régimen constitucional? ¿Y la verdad? ¿Y la transparencia? ¿Y la vergüenza?
Hablemos claro, estos señores no buscan revocar el mandato de Peña, sino derrocar poderes y Constitución.
Algunos de ellos lo hacen en su calidad de integrantes de un poder constituido y bajo protesta de guardar y hacer guardar la Constitución. ¿No procedería en su caso, ante tamaño ataque a la Carta Magna, revocarles también su mandato y, de constituirse el tipo, someterlos a juicio por traición a la patria? De seguro alegarían en su favor la no existencia de la figura, como en otros ámbitos gozan de amparos para burlar un arresto administrativo por cuestiones de alcohol (caso del Sen. Corral).
Finalmente, de lograr su asonada disfrazada de revocación, ¿quién estaría en condiciones de nombrar sucesor en lo que sobreviva del México que conocemos? Los poderes fácticos, sin duda y sus aliados foráneos de siempre. Si creen que su Mesías tropical se cruzaría la banda presidencial, se equivocan; él, ellos y el país entero se hundiría en un santanismo decimonónico de cuya noche difícilmente lograremos salir soberanos y libres.
¿Hasta cuándo Catilinas?
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