De 43, 42 eran pelones inocentes. ¿Quién era el otro?
Ni siquiera sabían que los llevaban a Iguala.
Los autores materiales de su desaparición han declarado que, cuestionados al respecto, la mayoría de los desaparecidos no sabían qué hacían en Iguala. Al preguntarles, respondían que a ellos les dijeron que iban a "botear" a Chilpancingo.
Todos, con excepción de uno, iban rapados, lo cual acredita su recientísimo ingreso a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos.
Rapados, desorientados por su nuevo cambio de vida, entusiasmados, como todo muchacho, y bajo engaño, fueron llevados a la muerte.
Ante la presión de sus captores, los muchachos de primer ingreso señalaron al único que conservaba su cabellera a salvo. Él los llevaba, él les engaño diciéndoles que se dirigían a Chilpancingo, él los metió a la cueva del lobo, él los enfrentó al narcopoder de Iguala que, hoy se sabe, es el centro nacional del tráfico de amapola. A ése poder los enfrentaron. Él los llevó a la muerte. Abarca y su señora la ordenaron, las policías de Iguala y Chilpancingo, en vez de impedirla, la facilitaron entregándolos a Guerreros Unidos que, según se sabe y está por confirmarse (al menos en un caso ya es un hecho) los quemaron y tiraron sus restos al río.
¿Quién de los 43 era este personaje? Saberlo es fácil, basta cruzar los 43 nombres con la matricula estudiantil de la Normal.
¿Qué papel jugaron las autoridades de la escuela Normal?
Bien podemos concluir que hubo 43 desaparecidos, pero sólo 42 inocentes, porque el que los llevaba sí sabía, al menos, los riesgos que corrían.
El dolor de los padres ha sido orientado a causas políticas en detrimento del esclarecimiento del caso. Por supuesto que entiendo el deseo paterno de recuperar con vida a sus hijos; lo que no logró comprender es por qué ninguno de los padres cuestiona el inicio de la cadena: la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa.
De allí salieron en un camión secuestrado. Les dijeron que iban a "botear" a Chilpancingo, los llevaron a Iguala. Su primera acción académica fue secuestrar otros tres camines. En uno de ellos subieron a 42 alumnos de nuevo ingreso y a uno de años superiores. Por rutas distintas se dirigieron a boicotear un evento de la pareja asesinamente imperial. De los cuatro camiones sólo uno fue detenido y sus pasajeros interrogados, torturados, posiblemente muertos, quemados y arrojados al río. Ése era el camión de los de nuevo ingreso, que desconocían a dónde iban, a qué los llevaban y el peligro que enfrentaban.
Todo esto, ¿pudo ser obra aislada de un alumno de mayor antigüedad, o requirió el concierto de alguien más?
Hay 43 padres en dolor por la desaparición de sus hijos entre Iguala y Cocula, pero no todos comparten la inocencia de la que alguien, sin duda, abusó.
Esos, quienes hayan sido, tienen más responsabilidad que la que quieren endosarle al Presidente. Peña es culpable de otras cosas, algunas de omisión, otras de ineptitud, algunas más de corrupción, muchas de soberbia; pero no de haber enviado a estos muchachos a la muerte. Quien lo hizo no duerme en Los Pinos, sino en Ayotzinapa.
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