LO DE HOY

Al ladrón...

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Insistir en el vocablo colaboración entre ambos países y en temas comunes es negar la realidad.

Los gobiernos han tenido como costumbre apoyarse en distractores -caja china-, cuando vive la autoridad momentos de crisis de imagen ante la gente.

En esa perspectiva no ha sido la excepción la cuarta transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador para utilizar ese recurso y salir avante cada vez que el agua le llega a los aparejos.

Utilizando a Felipe Calderón para justificar su ineficiencia gubernamental y a Carlos Loret, como instrumento de sarcasmo, a fin de mantener la legitimidad del pueblo sabio y de sus seguidores.

Pero la presidenta con A, frente a la postura de Ovidio Guzmán, alías el ratón, de declararse culpable ante la justicia estadounidense, la pone en una encrucijada, seguir utilizando a Calderón como costal de todos los males del país, o inventar otro distractor que jale las miradas y opiniones en un tema rentable a la 4t.

Sobre todo, cuando la agenda del gobierno de Donald Trump es crimen organizado y narcotráfico.

En ese escenario, la presidenta con A, tiene que releer a Kalimán para que le dé la serenidad y la cabeza fría para tomar la decisión que le represente a ella y a su gobierno un menor costo político.

Retomar a Calderón sería su peor error, ya que su discurso de narco-gobierno no le abonaría cuando su propio gobierno es señalado por los vecinos del norte de padecer del mismo mal.

La detención del Mayo Zambada de manera unilateral y que Ovidio Guzmán, el ratón, se haya acogido a la figura jurídica de testigo protegido, sin la opinión previa del gobierno mexicano, son ejemplos de desconfianza que prevalecen en el gobierno de Trump, respecto a México.

Insistir en el vocablo "colaboración" entre ambos países y en temas comunes es negar la realidad.

En otras palabras, es no entender que la presidenta con A y el gobierno morenista, están moralmente sobajados al imperar en México: la impunidad ante la ley.

Ergo, el ex secretario de la Defensa Nacional, General Salvador Cienfuegos, al otorgarle López Obrador su manto protector para evitar tocar barrandilla.

En esa perspectiva, utilizar a Calderón es darse un balazo en el pie.

De ahí que no sea casual por parte de la presidenta con A de romper la taza del acuerdo entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, para utilizar la figura del ex presidente Enrique Peña Nieto como un distractor de opinión pública, ante la impotencia de controlar las posturas de los hijos del Chapo Guzmán y del propio Mayo Zambada, frente a la justicia estadounidense.

Ante un escenario de incertidumbre para la huésped de Palacio, necesita de un distractor qué le dé el tiempo y la narrativa necesaria en un tema que ha utilizado el oficialismo antes y durante su estancia en Palacio Nacional: el combate a la corrupción.

En esa lógica política del morenismo, en tiempos de crisis de moral pública, señalar al expresidente Peña Nieto, le cae a la presidenta con A como: "anillo al dedo".

Para tener un escudo de protección frente al pueblo sabio y sus seguidores, además, de revivir el discurso patriotero ante las acciones legales del vecino del norte que pongan en entredicho la honorabilidad de los morenistas ante los señalamientos del gobierno de Donald Trump.

El punto de quiebre será hasta dónde el ex presidente Enrique Peña Nieto es vulnerable para ser manejado de acuerdo al tiempo político de la presidenta con A, o le resultara más caro el "caldo qué las albóndigas".

Ya se verá.


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Gerardo Conde

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